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El futuro que se nos viene

Fecha Publicación: 10/04/2019 - 20:11
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En esta columna voy a referirme a otro artículo aparecido el 7 de abril último en el “think tank” Belmont Club, de la autoría de Richard Fernández. En dicho artículo titulado “Probablemente nunca nos daremos cuenta del fin”, el columnista alude a la advertencia final del gran científico británico Stephen Hawking, fallecido el 2018 luego de una penosa enfermedad. En síntesis, Stephen Hawking nos legó el mensaje de que deberíamos preocuparnos de tres cosas: 1) la inteligencia artificial, 2) el cambio climático y 3) el golpe producido por fortísimos meteoritos provenientes del espacio exterior.
Sobre el primer punto Richard Fernández dice poco, pero supliré su silencio. Personalmente creo que la inteligencia artificial es uno de los más grandes desafíos que enfrenta la humanidad a muy corto plazo por dos razones. La primera, porque originará una monumental desocupación no solo en trabajos repetitivos sino también en los intelectuales. La segunda, que los robots con inteligencia artificial, pero carentes de emoción y de ética, esclavicen a la especie humana. Esta segunda advertencia a su vez está ligada científica y económicamente con la tercera.
¿Por qué? El cambio climático en el sentido del calentamiento global, por el consumo de los combustibles fósiles, parece ser una verdad científicamente comprobada. Para evitar un desenlace desastroso las Naciones Unidas, a través de los acuerdos climáticos, quiere embarcar al mundo en un programa global de US$ 93 billones, que muchos economistas y científicos consideran absurdo por diversas razones. El columnista Richard Fernández añade una más: al destinarse ese dinero a un “Nuevo Trato Verde” la humanidad se va quedar sin dinero para investigar y prevenir el golpe de meteoritos de enorme potencia.
La Tierra ha recibido a muchos de ellos. Uno hace millones de años originó la extinción de los dinosaurios. En el siglo XXI tuvimos dos de enorme magnitud caídos en regiones despobladas de la Siberia, Tunguska de 3 a 5 megatones y el asteroide Chelyabinsk “en exceso de 470 kilotones” en el 2013. Pero hay otro meteorito más reciente todavía que cayó a fines del 2018 en el mar de Bering con una potencia de 13 bombas atómicas. Entonces la prioridad debe ser detectar y explotar esos cuerpos en el espacio exterior. Las grandes potencias tienen que asociarse para crear sistemas capaces de detectar a esos meteoritos y destruirlos en el espacio exterior. Si no, que nos agarren confesados.

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