El gabinete de Pedrito

La receta de Pedrito: a más crisis, pues más izquierdistas, más ineptos, más chotanos, más mentirosos, más prontuariados. Y por si esto fuera poco, ¡más impulsores de una asamblea constituyente! El resultado es de esperarse: más desastre, más sufrimiento del pueblo, mayor descrédito –y alejamiento- internacional para el Perú; y por lo tanto, muchísimo más aproximación hacia las ciénagas cubana, venezolana, nicaragüense y boliviana. Basta analizar el prontuario del ahora primer ministro para comprender por qué la gran mayoría del tercer gabinete de Pedrito, en apenas seis meses de gestión, la integran ejemplares dignos de algún zoológico de pueblo. Ahora bien, la norma dice que los neófitos necesitan rodearse de pares; pero cuando de jerarquía se trate, sólo pueden aceptar juntarse con gente de menor coeficiente mental para poder destacar. Ahí estriba todo el problema. Pedrito no acepta que alguien le dicte qué decir, ni que le respire alguno por encima del sombrero. Por eso lo lleva puesto las 24 horas diarias. A mucha honra se considera un napoleoncillo cajamarquino. Entonces, amables lectores, resulta estéril la esperanza que siguen teniendo muchos congresistas acciopopulistas, podemitas y acuñistas de que “Castillo sí va a aprender y va a convertirse en un gran presidente.” Eso sería tan imposible como mascar un riel. Pedrito es tal cual lo vemos, ni más ni menos.

Precisamente por eso es que su permanencia en la presidencia no tiene solución de continuidad. Y mientras más tiempo corra, la erosión del país se multiplicará causando un daño irreparable a decenas de millones de ciudadanos, hoy arruinados, enfermos y aterrorizados por el desempleo, la crisis sanitaria y delincuencia en las ciudades.

Pedrito solamente tiene una salida digna: renunciar a la presidencia. Si no lo hiciese, debería ser vacado y pasar a los anales históricos como el peor presidente del Perú. Uno que, además, tuvo que ser expectorado para salvar a la patria.

Posiblemente el entorno marxista/leninista/senderista continúe hablándole al oído para que siga inventando nuevos gabinetes –cada cual peor que el anterior- cada vez que estalle algún nuevo escándalo, y de esta manera jugar con el fantasma del cierre del Legislativo basado en la eventualidad que el Congreso rechace sucesivamente a dos de ellos.

Por eso, amable lector, consideramos que ha llegado el momento de las definiciones. Si los parlamentarios demuestran ser tan irresponsables; o, más bien, tan alevosos y bastardos, que preferirían otorgarle la confianza al flamante gabinete de onagros, pues apaguemos la luz y emprendamos el largo recorrido por el submundo que observamos de aquellos parias venezolanos –antes cubanos- que emigraron en busca de libertad, alimentos y cobijo, a naciones adonde los expatriados sufrieron el infierno más infame, porque el mundo no está preparado -menos dispuesto- a recibir a nuevos exiliados.

¿La alternativa? Adoptar una solución definitiva, en defensa del Perú que pertenece a 32 millones de ciudadanos. ¿Cuál? ¡Vacar a Pedro Castillo Terrones, Pedrito el del sombrero! Basta de mieditos y cobardías, señores legisladores que siguen deshojando margaritas, en lugar de asumir su responsabilidad como representantes electos por el Perú democrático.

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