El gobierno de Odebrecht
Bien decían mis mayores que el tiempo es el mejor amigo de la verdad y que no se puede engañar a todos ni todo el tiempo. Esas sabias palabras han demostrado su vigencia cuando en la última semana se ha confirmado que varios operadores del gobierno nos habían venido tomando el pelo con el cuento de la lucha anticorrupción y de que Odebrecht -empresa corrupta y corruptora- estaba colaborando con el Estado peruano a fin de que se conozca la verdad sobre sus trapacerías contra los intereses del país en las últimas dos décadas.
Ha quedado al descubierto que era falso que había voluntad de la empresa para esclarecer los hechos, pues ante la justicia suiza venía oponiéndose al desencriptado de sus archivos donde constan codinomes y coimas; también se ha conocido que hasta nos había demandado ante el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones) por mil doscientos millones de dólares. Peor aún, que esto era conocido ya por el gobierno antes de “regalarle” los 524 millones de dólares por la venta del proyecto Chaglla.
No habría sido solo pasividad ante la viveza de la empresa, sino activa participación de presidentes de Consejo de Ministros, ministros de Justicia y procuradores y hasta quizás del propio presidente de la República, así como de malos “operadores de justicia”: fiscales y jueces, presuntamente anticorrupción, dos fiscales de la Nación que consintieron que, a sola firma, se negociara y pactara con Odebrecht y se mantuviera en secreto lo firmado, bajo la excusa de tratarse de materia reservada. Reitero que en mis varias decenas de años, jamás vi tanto poder acumulado en fiscales y jueces de nivel mínimo o intermedio.
Como telón de fondo o elemento distractivo de todo ello -que sin duda deberá investigarse como una conspiración contra los intereses nacionales- se desplegó una intensa persecución a la lideresa de la oposición al gobierno y al partido por ella presidido, incluidos sus directivos y trabajadores y por supuesto a sus aportantes. Obviamente, la vil persecución llegó disfrazada de investigación de presuntos delitos, que luego de casi cuatro años de pesquisas aún no muestra ningún elemento de convicción de que se cometieran, pese a lo cual ya se cobró más de un año de injusta privación de su libertad, mientras los socios principales de Odebrecht gozan de ella y ni siquiera han sido objeto de condena pese a su demostrada y admitida culpabilidad.
Odebrecht es empresa extranjera, ¡pero vaya que viene gobernando en el Perú!