El Gobierno y su elogio a la lentitud
Un país como el Perú, en crisis permanente, necesita que su gobierno le rinda culto a la velocidad de reacción. Nuestra frontera con Chile es una coladera, el acceso es facilísimo, controlado por un puñado de policías que no tienen ni el equipamiento ni la logística para vigilarla y mantener el principio de autoridad. Recién 15 días después, cuando era perfectamente predecible que Perú sería el gran perdedor, el Mindef movilizó a 200 efectivos de las FF. AA. para cerrar nuestra frontera.
Debió hacerse desde el día 1 pero se necesitaron decenas de reportajes donde se evidenciaban carabineros incitando el cruce ilegal o inmigrantes pagando S/ 50 para que un PNP le facilite la entrada, para que reaccionaran. Absolutamente vergonzoso. Hoy nadie sabe exactamente cuántas personas han ingresado. Hay muchísimos acampando en Tacna exigiendo ayuda humanitaria, pero un número igualmente alto que se debe haber desplazado al interior del país.
No debió pasar un solo migrante ilegal. La Cancillería tenía la obligación de exigir a las autoridades chilenas que trabajen conjuntamente con el consulado venezolano en ese país e implementen el "Plan Vuelta a la Patria" puesto en marcha por Maduro desde 2018 para el retorno voluntario de los migrantes que carezcan de medios propios para hacerlo.
Chile endureció sus medidas migratorias y de taquito nos trasladó un gran problema que no hemos sabido enfrentar porque tenemos un gobierno timorato y de lenta reacción, que no ha tenido mejor idea que otorgar seis largos meses de amnistía para los ilegales.
¿Cuántos de los desplazados quieren realmente regresar al hambre, miedo y represión de Maduro o es la excusa para entrar y sumarse a los millones de informales o subempleados o criminales? Su actitud violenta permite presagiar lo peor. ¿Justos pagan por pecadores? Sí. Hay muchísimos venezolanos con altas calidades morales y profesionales, pero otros que hacen de la criminalidad un medio de vida. Preguntémosle al alcalde de San Juan de Lurigancho, el distrito con la más alta tasa de sicariato en el país o a la familia del joven odontólogo recientemente secuestrado y asesinado por un delincuente venezolano si quieren un migrante ilegal más. Hay un repudio generalizado.
La tasa de homicidios en Venezuela empezó a crecer desde la presidencia de Chávez. Hoy se ha quintuplicado convirtiendo a Caracas en una de las ciudades más peligrosas del mundo, en una fábrica de delincuentes que, lamentablemente, se ha convertido en su mayor producto de exportación.
En 2013, se aprobó una ley muy restrictiva para el control de armas pero que no incluyó a la CAVIM (empresa que manufactura las armas y municiones para las FF. AA.) siendo que el 80% de las municiones encontradas en los homicidios son elaboradas por esta compañía. La norma estaba destinada a fracasar, por el incontrolable mercado negro, la alta corrupción de las autoridades y un deficiente sistema de justicia. Nuestro gobierno no puede seguir permitiendo que seamos víctimas de este desastre comunista.
El Congreso se sigue equivocando. No solo ha distribuido un generoso bono en favor de sus 3,500 empleados, fondos que quizás en un elevado porcentaje terminen en los bolsillos de los no pocos sinvergüenzas parlamentarios, sino que han sumado un día no laborable más al abultado calendario de feriados peruanos.
No lo necesitamos. Si el 7 de junio se quiere hacer un reconocimiento a la valentía de los soldados peruanos en la Guerra del Pacífico, que las FF. AA. y todas las instituciones que así lo deseen rindan generosos homenajes, pero es insólito que se sume un día de ocio más, que afecta directamente la competitividad y productividad de las empresas. Esperemos que el Ejecutivo lo rechace y que no tengan el descaro de aprobarla por insistencia.
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