El hartazgo asiático

Primero fue en Indonesia, el país con el mayor número de musulmanes en el mundo -más de 240 millones-, donde la gente salió a las calles y dominados por la ira ante el aumento del sueldo de los parlamentarios, terminaron incendiando el recinto legislativo con el saldo inicial de 3 muertos , y ahora se ha replicado la cólera social colectiva en Nepal, también nación asiática, por la reciente medida del gobierno de bloquear todos los accesos de la ciudadanía a las redes sociales, lo que la originado que las protestas lleven a incendiar el palacio legislativo con el saldo trágico de más de 19 muertos. Lo primero que podemos concluir de los trágicos sucesos en los dos referidos países asiáticos, es que la gente se encuentra en una etapa explosiva del denominado hartazgo social colectivo y esta realidad debe ser tomada con cautela dado el alto impacto del denominado efecto dominó que puede irse de las manos y generar una situación caótica que pudiera ser capitalizada por sectores anarquistas que por cierto existe en todas partes del globo. La intolerancia de la gente se va perdiendo ante los reiterados desencantos de quienes tienen en sus manos la conducción política del país. No es el caso asiático como para sostener que eso pasa en otras latitudes. Nada de eso. La globalización, uno de los fenómenos más maravillosos en el decurso del mundo, ha estrechado a la sociedad internacional, que se comunica en un santiamén, y la interdependencia que aparece como una de las manifestaciones de mayor interacción interestatal, se ha vuelto una regla entre nosotros. Todo lo que nos llega por las redes sociales, entonces, consigue su cometido de convertirse en patrón o modelo a seguir. Esa es su fuerza avasalladora y por eso en nuestra América Latina, nadie debe soslayar lo que viene pasando en el lejano, pero también cercano, mundo asiático porque las posibilidades que pudieran replicarse los procesos político-sociales que estamos comentando, son cada vez mayores. Nada de soslayar los recientes sucesos en Indonesia y en Nepal, y mucho cuidado a los políticos de estos lares porque el hartazgo social es un fenómeno que no avisa y cuando realmente se muestra con desenfreno, podría terminar cambiando las fichas políticas en un Estado. Cuidado con eso.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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