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El héroe

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Fecha Publicación: 09/09/2024 - 22:10
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El héroe tiene 88 años, ha perdido la audición a través de los años, primero en un oído cuando era joven y detonó una granada muy cerca de él; y el otro, por el deterioro natural de los años y de haber estado expuesto durante cincuenta años al ruido estruendoso de los disparos en combate, durante los entrenamientos militares, y el rugir de los motores de los helicópteros en sus vuelos para supervisar a su gente en los distintos batallones en la zona de emergencia.
El héroe tampoco ve, perdió la visión progresivamente por las infinitas horas, días, meses y años que tuvo que estar de cara al sol mientras patrullaba, hacía guardias, entrenaba y combatía. Sus ojos se quemaron, le salieron telarañas, tumores, y finalmente la mácula.
Las noches del héroe son terroríficas, no sabe cuándo infiltrarán sus sueños aquellos recuerdos de cuando recibía a sus soldados, niños de 18 años, heridos de muerte, sin brazos, sin piernas, sin ojos, y le rogaban que no los dejara morir. Esas noches malditas, el héroe grita, suda y hasta llora. Está despierto en sus sueños. Vuelve a vivir el terror.
El héroe nunca recibió servicio de salud diferenciado, porque ellos son de acero, no sufren, no se enferman, no se quejan. Su salud fue tratada como si su vida hubiese transcurrido frente a un escritorio, con un horario de ocho a cinco. Jamás le preguntaron cómo se sentía, porque no siente. Qué necesitaba, porque no necesita.
Hoy a sus 88 años, el héroe espera atención en un hospital junto a quienes nunca combatieron, nunca se aterraron, nunca estuvieron en el infierno.
El héroe no recuerda los años de terror, porque la memoria le falla, y es la única que finalmente lo protege; olvida lo que lo hace sufrir. Lo que le duele, aquello que no pudo evitar. Por ejemplo, ese compañero herido que no pudieron recoger con helicóptero porque los terroristas atacaban desde tierra, y cuando lo lograron, su compañero había sido rematado por los sanguinarios.
El héroe hoy día es perseguido; aquel que lo usó como un robot de guerra lo busca para juzgarlo, para que vuelva a sufrir lo vivido, para que no encuentre paz jamás. El Estado, aquel que debe asegurar a sus ciudadanos una vida digna, con paz y salud, lo mata todos los días con las armas de la persecución judicial. El héroe no entiende de leyes, solo entiende de honor, de gloria, de patria y de morir por ella. Y se deja morir. Sin gloria, sin honor, perseguido, vapuleado, difamado.
El héroe trata, pero ya no puede defenderse, quiere explicar, pero ya no lo entienden. Cada notificación judicial hace que su corazón enloquezca, le sube la presión a 19. No, no tiene miedo. Tiene rabia, tiene pena, el héroe.

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