El inolvidable Bernardo Boulay de Comas
Uno de los grandes problemas que sufrió nuestra ciudad fue la transformación de una zona agraria a zona urbana con una enorme problemática propia de las nacientes ciudades, llenas de dificultades, con escasos servicios básicos y sin acceso a educación.
Este complejo escenario involucró a muchas personas y familias y, sobre todo, a instituciones religiosas, entidades educativas nacionales, así como a organizaciones internacionales de ayuda y, en especial, a personas de buen corazón. Este es el caso de Comas. A inicios de 1961 llegaron desde Canadá un grupo de personas, entre ellos Bernardo Boulay Turner F. C., para involucrarse y ser partícipes directos del desarrollo de una naciente comunidad llena de problemas de toda índole.
Acceder a una educación de calidad fue siempre una aspiración, sueño, utopía. Lo sigue siendo aún. Sin embargo, la mirada esperanzadora de este grupo de voluntarios trazó como objetivo atender a la población con una buena educación orientada al mundo del trabajo, una que ayude a cambiar la vida de los pobladores de la naciente comunidad.
Es así como nace el colegio “Jesús Obrero” de Comas con la noble misión de ofrecer una real alternativa como uno los caminos para solucionar los problemas de la juventud, de la comunidad y, por qué no, del país.
Es en esas circunstancias que llega al Perú, a la “Pampa de Comas”, el recordado hermano Bernardo Boulay quien dedicó muchísimos años “al Obrero”. Él perteneció a la congregación de Los Hermanos de la Caridad.
Lamentablemente, hace unas semanas partió a la eternidad y deja un enorme vacío difícil de cubrir. Lo recordamos como un eficiente administrador del colegio Jesús Obrero de Comas, al cual dedicó su cariño y todas sus energías para legarnos el ejemplo y el camino de cómo gestionar eficientemente una institución, en particular una de formación técnica de calidad; de cómo afirmar las particulares capacidades de sus alumnos, acompañarlos en su crecimiento y asegurar el éxito de sus egresados, y, de cómo optimizar la cooperación internacional y de cómo vincular la formación técnica con las empresas industriales nacionales.
Carlos Córdova Ccollana, su entrañable amigo, recuerda al hermano Bernardo, a quien con cariño llamábamos “Choclito”, “como un ser de otro planeta”, cierto, el Perú tuvo suerte con su llegada. Sus ideales, sus sueños y, sobre todo, sus obras se deben mantener y servir de ejemplo para ser replicadas con el supremo fin de ayudar al desarrollo y crecimiento de otros núcleos poblados donde la eficiencia, la honradez, el esfuerzo personal y comunal, el cariño al trabajo y la identificación con su comunidad y el país sean puntos de partida para afrontar la vida y aportar con hechos concretos al desarrollo personal y colectivo.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.