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El lobo estepario

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Fecha Publicación: 20/08/2024 - 22:30
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El lobo se conduele: “Yo, lobo estepario, troto y troto, / la nieve cubre el mundo, / el cuervo aletea desde el abedul, / pero nunca una liebre, nunca un ciervo.” El lobo sabe que puede ser un hombre y reflexiona: “Resulta extraño caminar en la niebla…/ Vivir es sentirse en soledad. / Ningún hombre conoce a los otros, / todos estamos solos.”
Herman Hesse, fue un poeta, ensayista y novelista alemán nacido en Calw, Selva Negra, en 1877. Su obra más conocida y celebrada es “El lobo estepario”. Descendía de misioneros y en cierta manera lo fue, predicando en soledad su evangelio literario. Obtuvo el Premio Nobel en 1946 y falleció en Montagnola, Suiza, en 1962
Se formó solo y por eso dijo: “Ninguno de los libros de este mundo te aportará la felicidad, / pero secretamente te devuelven/ a ti mismo. / Allí está todo lo que necesitas, / sol, luna y estrellas, / pues la luz que reclamas/ habita en tu interior.” Y, en efecto, allí estaban Goethe, Heine, Schiller, los clásicos griegos, los teólogos calvinistas, los místicos de la lejana India, que nutrieron su juventud.
Su libro icónico empieza de esta singular manera: “Contiene este libro las anotaciones que nos quedan de aquel hombre, al que, con una expresión que él mismo usaba muchas veces, llamábamos el lobo estepario.” Allí, en ese libro escrito, como anotó,” sólo para locos” y en su poesía apacible y, al mismo tiempo desgarrada, está su evangelio cotidiano, su antiguo y nuevo testamento. El retrato de ese noble animal, digno y leal, que nunca come carroña y hace duelo hasta la muerte por su loba.
La huella de su devota familia está presente sin amargura en sus textos. En su poema, Cumpleaños, Hesse dice: “Hemos nacido a medias, no del todo, / somos un simple ensayo de lo Eterno, /…Efímeros y débiles/ nos ha creado la Naturaleza, / y es, sin embargo, meta y esperanza de todo ser piadoso/ hacerse en Dios fuerte y eterno.”
Tuvo varias y profundas depresiones. El diagnóstico de la época era simple y fatal: melancolía. Fue internado en un sanatorio y la sombra de la enfermedad anduvo siempre a su lado. Precisamente por ella, no fue a recibir el Nóbel y agradeció con un tierno discurso de tres párrafos leído por un amigo.
Herman Hesse fue quizás un loco que escribió para locos, pero presentía el amor. Por ello dijo: “Cuando no hay lagos más claros y profundos que sus ojos; / cuando no hay grutas de las maravillas comparables con su boca; /cuando no hay lluvia que supere a su llanto;/ ni sol que brille más que su sonrisa…”
Jorge.alania@gmail.com

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