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El mes de las cometas

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Fecha Publicación: 10/08/2021 - 21:50
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Cuando evoco la Lima del mes de las cometas, no sólo pienso en el pabilo o el hilo, la pavita, el barril o la estrella de papel que surcaba los cielos del Campo de Marte, sino las manos de papá que las construía, las caminatas junto a los hermanos, los lonches con los que mamá aguardaba siempre puntual el cálido regreso.
Agosto era gris y por ello una delegación inmensa de cometas de vívidos colores se confabulaba contra él para que sonriera un poco. Había vacaciones escolares de medio año y eso, sin duda, ayudaba al cometido.
Era sencillo poner una cometa en el pequeño cielo. Bastaba correr un poco y soltar el pabilo con ella para que tomara vuelo. Luego jalar y jalar de común acuerdo con el viento. Cuanto más alto se elevaba, mayor era su momentáneo prestigio. Entonces se ataba el ovillo a una piedra o una rama y uno de ponía a conversar de las cosas cotidianas. Finalmente, se las recogía, con cuidado para que no rompa el hilo y de vuelta a casa con algunos kilómetros de vuelo.
Por su clima frío, su lentitud después del tráfago de las fiestas patrias, agosto era un mes más bien frugal, casi no apto para el consumo, por lo que las compras disminuían notablemente. De ahí que el diario La Prensa de don Pedro Beltrán pusiera énfasis en las promociones comerciales y hasta nombrara uno de sus días como el día del comprador.
Las cometas del mes emulaban a las otras, las celestiales. Con sus colas de trapo y sus encendidos colores trataban de reflejar en nuestro diario cosmos, el fulgor de aquellos cuerpos de masa ardiente que recorren el firmamento de un lado a otro dejando una estela de luz y fuego. Uno de los más famosos –el Halley– nos visita hasta ahora de cuando en cuando.
No hay anuncios de cometas ni eclipses, que yo sepa, ni tenemos culpas tan grandes como para que Dios se ocupe de nosotros, dice García Márquez en su libro Del amor y otros demonios. A diferencia del eclipse, que es un relámpago de sombra, el cometa es un relámpago de luz. Cuando nos referimos a este cometa, el astro, es masculino según las reglas del idioma. Cuando nos referimos a nuestras cometas de agosto, el juguete, el instrumento volador más sencillo del mundo, es femenino.
El cielo gris de Lima tachonado de pequeñas estrellas multicolores. Como cualquier vida, las cometas viajan hasta que les alcance el hilo o el pabilo. Unas suben mucho, otras poco, algunas casi se pierden en el horizonte. Y otras que, como el albatros, son muy hermosas pero alzan vuelo con gran dificultad. Todas, sin embargo, incluso aquellas que aprendieron nuestros nombres, no volverán.

Jorge.alania@gmail.com

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