El Ministerio del Deporte
El deporte también es cultura. Este artículo busca visibilizar la urgencia de institucionalizar el deporte como política de Estado. En verdad, el Perú arrastra una deuda histórica con el deporte. Y no se trata solo de medallas o resultados internacionales, sino de la falta de una verdadera política pública que lo entienda como lo que es: una herramienta de desarrollo, inclusión, salud y formación ciudadana. En este contexto, la ausencia de un Ministerio del Deporte real y con poder de decisión es una muestra más de la improvisación que marca nuestra institucionalidad deportiva. Actualmente, el presidente del Instituto Peruano del Deporte (IPD) ostenta el rango de ministro, pero sin voto en el Consejo de Ministros. Tiene voz, pero no puede decidir. Es decir, carece de poder político real. ¿Cómo se puede diseñar o ejecutar una política pública desde una posición simbólica?
Los países que han logrado avances sostenidos en materia deportiva —ya sea en alto rendimiento, masificación o infraestructura— han creado Ministerios del Deporte con autonomía, presupuesto y capacidad de planificación. Colombia, Chile, Brasil o incluso Uruguay entendieron que el deporte no puede seguir siendo un apéndice de otras carteras, ni un espacio de promoción política sin continuidad. En el Perú, en cambio, se ha optado por mantener el status quo. Se delega la responsabilidad al IPD, una institución que arrastra limitaciones normativas, presupuestales y operativas. Mientras tanto, los deportistas siguen enfrentando serios obstáculos para entrenar, competir y desarrollarse. Las federaciones viven bajo la incertidumbre constante del financiamiento y las regiones carecen de un plan serio de infraestructura y formación.
Un Ministerio del Deporte no resolvería todo de inmediato, pero sería un punto de partida imprescindible. No se trata de crear más burocracia, sino de dotar al deporte de una estructura política con rango ministerial efectivo, que pueda incidir en el presupuesto público, coordinar con otras carteras (Salud, Educación, Inclusión Social) y liderar una política deportiva nacional con visión de mediano y largo plazo. Además, un ministerio tendría la responsabilidad de impulsar el deporte en todas sus dimensiones: escolar, amateur, profesional, inclusivo, adaptado y comunitario. Hoy, gran parte de ese trabajo recae sobre organizaciones no gubernamentales, clubes o iniciativas aisladas. El Estado debe asumir un rol rector y articulador.
No podemos seguir dependiendo de talentos individuales que, pese a las adversidades, logran resultados. Es momento de construir un sistema deportivo nacional, con base en el mérito, el acceso equitativo y la descentralización. Debemos dejar de mirar al deporte como un tema menor. Se necesita decisión política para dar este paso. Y se necesita también voluntad para entender que el deporte no es solo espectáculo o entretenimiento: es formación, es disciplina, es nación. Nuestros deportistas merecen un país que los respalde con algo más que aplausos. El Perú requiere un Ministerio del Deporte.
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