El mismo objetivo, cerrar el Congreso
Al comenzar, la estrategia del Gobierno para implantar una dictadura chavista pasaba por convocar a una asamblea constituyente, paralela al Congreso en la que, con una mayoría amañada con supuestas organizaciones populares, establecerían una dictadura y disolverían el Parlamento.
Fueron derrotados por la oposición democrática, que en el Congreso reafirmó mediante una norma que todo cambio constitucional tiene que pasar necesariamente por esa institución -en la que no tienen mayoría-, y por otras iniciativas como la de Lucas Ghersi, que realizó una movilización en todo el país recolectando firmas para rechazar ese intento y haciendo docencia respecto al peligro que amenazaba al Perú.
Ahora la nueva estrategia de los comunistas en el gobierno consiste en atacar directamente el Congreso, incitando a su clausura. Para eso han inventado, con la colaboración de sus esbirros mediáticos, una absurda imputación contra Maricarmen Alva, han presentado otra moción de censura y una acusación contra ella, y han movilizado gente de provincias para que deambulen por Lima y atemoricen a los parlamentarios.
Están forzados a recurrir a esto último, porque en la capital el rechazo a Pedro Castillo es abrumador y sus simpatizantes son insignificantes.
Aprovechando el aparato del Estado -por ejemplo, los prefectos vinculados a los organismos generados de Sendero Luminoso que nombró Avelino Guillén- y recursos de dudosa procedencia, les pagan el transporte, la comida y el alojamiento, les prometen algún trabajo en el Estado y/o un pequeño emolumento.
El hecho es que no ocultan su intención de establecer una dictadura disolviendo el Congreso de manera ilegal. Y aunque comunistas y caviares pretenden poner en el mismo plano la propuesta de vacancia presidencial con la liquidación dictatorial del Parlamento, son dos cosas totalmente distintas.
El Presidente puede ser vacado luego de un juicio político en cualquier momento de su mandato cuando el Congreso tenga los votos necesarios para hacerlo, según establece la Constitución. El Parlamento no puede ser clausurado a voluntad del Presidente sino solamente cuando niega dos veces la confianza a un gabinete.
Es decir, los verdaderos golpistas son, como es evidente, los comunistas y sus aliados caviares en el Gobierno. Ellos ni respetan ni entienden la democracia y su objetivo declarado desde el primer día ha sido establecer una dictadura.
Su gritería para suprimir el Congreso es solo una manera de hacer explícito el propósito que siempre han tenido.
Lo deplorable es que muchos congresistas -incluso algunos de oposición- no parecen entender todavía que este no es un gobierno normal, con el que se puede discrepar y llegar a ciertos acuerdos, sino uno que tiene definido claramente el objetivo de acabar con la democracia.
Y que todas las maniobras que ejecutan, sus llamados a la conciliación y sus ataques, sus zalamerías y sus groserías, son recursos que utilizan indistintamente con la finalidad de engañar, asustar, distraer, adormecer y amedrentar para finalmente cumplir su intención de liquidar al Congreso y establecer una dictadura chavista.
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