El mundo post pandemia Covid-19
Nos preguntábamos días atrás sobre lo que ocurriría cuando, finalmente, la pandemia Covid-19 haya sido –esperamos- superada. El mundo -antes y después de este virus que reúne todas las características de un experimento salido de los sótanos de algún laboratorio de guerra bacteriológica- sería otro, luego de contabilizar las bajas que haya causado. Pero, fundamentalmente, sería otro planeta para quienes sobrevivan a esta perversa epidemia que repetimos, levanta excesivas sospechas. Porque exhibe posibilidades de haber surgido de la mano del hombre. Para empezar, viviremos un escenario similar al de una postguerra mundial. Donde la aldea global habría tomado consciencia de que el orbe no podrá seguir funcionando como estaba organizado, sino que haría falta una suerte de refundación total del sistema de vida. Comenzando por superar la artificialidad en la que hemos estado viviendo las dos últimas décadas, para no volver a generar problemas como aquellos que estamos viviendo. O incluso peores. Tanto en el campo socioeconómico, político, geopolítico, moral, etc. Artificialidad que está fundada en un consumismo exagerado, contrastándolo con lo que es la realidad mundial. Un trivialismo que transpira miopía e individualismo, con un excesivo afán de figuración basado en exhibir muchísima riqueza como simbología exclusiva del poder.
El día después debería ser entonces un nuevo día. Una fecha de reinicio para intentar hacer esta vez las cosas con mucha más lógica y sentido común. Pero, claro, soñar cuesta nada. La inercia global no es fácil de frenar. Son inmensos los intereses por mantener el status quo dentro del concepto geopolítico existente. Lo más probable es que las naciones primermundistas reenciendan sus turbinas aplicándoles las mismas revoluciones que registraban anteriormente. Por esas razones, sería muy difícil que el resto del planeta pudiera hacer lo contrario. Pero lo viable es que, después del diluvio llamado Covid-19, ese resto del mundo acabe sumido en una profundísima crisis. Y el resultado de ello haría que la desigualdad se dispare y el descontento internacional se haga más candente. Consecuentemente, surgirán tensiones sociales de gran calado en ese mundo pauperizado por la pandemia. Y aquello sería aprovechado por países como China y Rusia, cuyo juego geopolítico solo apunta a derribar la hegemonía que aún mantiene Estados Unidos de Norteamérica.
El sospechoso silencio que guarda Rusia desde que se conociera el karma del Covid-19 no hace sino apuntar en este sentido. Lo mismo ocurre con el turbio comportamiento de China, tan amoscada por el obvio aliento de Occidente a las hordas separatistas en Hong Kong. Concretamente, estaríamos retornando a los nefastos tiempos de la polarización internacional, con sus atroces secuelas cuyas huellas visibles aún permanecen como testigos, tanto en Cuba como en Corea del Norte. En una eventual coyuntura de polarización planetaria, las naciones empobrecidas por los efectos devastadores del Covid-19 (entre ellas, Perú) serían acogidas -ofreciéndoles el oro y el moro- por dos tiburones hambrientos, Rusia y China, para usarlas como carne de cañón en su estrategia por debilitar a Occidente, lo que implica desplazar al Tío Sam de su indiscutible liderazgo. ¿Ficción o realidad?