El nudo peruano
El caos que está viviendo el país es un resultado más de la incompetencia del gobierno comunista de Pedro Castillo. Los problemas se han ido acumulando y el inepto que ocupa Palacio, fascinado por tener aviones y helicópteros de las FFAA a su disposición, se dedica a viajar sin ton ni son, y vociferar arengas cada vez más torpes y provocadoras.
Como cuando acusó a dirigentes y manifestantes de estar pagados por algún opositor no identificado, o tratar de estigmatizarlos afirmando que provienen de Miraflores y San Isidro.
En realidad, las protestas son producto de la indignación por la inacción del gobierno ante una crisis que está golpeando muy fuerte a la mayoría, ya castigada por el pésimo desempeño de los gobiernos de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti.
Lo paradójico del caso es, por supuesto, que un gobierno encabezado e integrado por agitadores, que lo único que han hecho en su vida es promover huelgas, disturbios y protestas, sea incapaz de entenderlas y tratar de canalizarlas para evitar que ocurra lo que está sucediendo ahora.
Desde el primer día, las preocupaciones de la gavilla encaramada en el gobierno han tenido algunos propósitos definidos. El primero, saquear el Estado. Ocupar todos los puestos públicos que han podido y, según muchas denuncias ya asumidas por la fiscalía, robar todo lo que pueden. El segundo, tratar de evitar que sus desatinos se hagan públicos, amenazando, insultando y persiguiendo a periodistas y medios independientes.
El tercero, influir en el sistema de justicia para protegerse ellos y sus cómplices, permitiendo la fuga de algunos y trabando el desempeño de las organizaciones encargadas de perseguir el delito. El cuarto, desacreditar a las instituciones que no controlan, expresando públicamente su intención de clausurarlas: el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo y, por supuesto, el Congreso.
Por último, pero no menos importante, el control de las FFAA y la Policía, empeño en el cual han avanzado aunque sin lograr, todavía, un dominio absoluto.
El asunto es que si hemos llegado a esta situación crítica es porque la coalición vizcarrista, con la mafia caviar como factor decisivo, se apoderó del gobierno desde el 2018 y realizó cambios desastrosos para el país –beneficiosos para ellos- en el sistema político y el de justicia.
El control de la ahora poderosísima Fiscalía, la creación de la Junta Nacional de Justicia –no solo inoperante, sino cómplice-, la prohibición de reelección de congresistas, el dominio del Jurado Nacional de Elecciones, entre otros muchos despropósitos, son los que han posibilitado que estemos entrampados en una situación que parece sin salida.
Es decir, el Perú está atado por un nudo gordiano, que no puede ser sencillamente desatado ni siquiera con una alternativa política -que por ahora parece incluso inalcanzable-, como la vacancia, sino que requiere ser cortado de un tajo como hizo Alejandro en la famosa leyenda.
Otrosí digo. Esta columna dejará de publicarse algunas semanas por vacaciones del autor.
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