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El otro paisaje

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Fecha Publicación: 30/06/2024 - 20:50
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Este que pudiera ser un no muy desabrido título para una novela que siendo entretenida sin exigir mucha ilustración permite al lector un recorrido por destinos turísticos con poca concurrencia de mucho nivel porque los precios del alojamiento, servicios de bar y comedores más otros menesteres propios de lugares de turismo de élite siempre están muy lejos de los bolsillos medios, que sus dueños con mucho menos que lo que pagarían por un Green Noise en la barra del Savoy sur le Mer podrían disfrutar de una novela como la que pudiera ofrecer este título, El otro paisaje, que en sus 420 páginas les traería detalladas descripciones de personajes obesos y la guapa señora con sus manías y vicios privados, un par de primos con defectos físicos que no pueden disimular, pero capotean haciendo bromas al respecto. Los demás pasan piola con sus joyas, carros y esa liviana gracia que viene con la despreocupación que otorga la inagotable herencia dejada por el abuelo que durará más que sus vidas.

Para su entretenimiento, los lectores también encontrarían detallada descripción de objetos decorativos, mobiliario, alfombras y la cuidada selección de las grandes firmas en pintura norteamericana que se luce en arquitectura histórica y las acertadas reproducciones en locales de entretenimiento permisivo para asistencia escogida y registrada, entre quienes están, sin levantar sospecha de culpabilidad, el instigador responsable y el cauto involucrado en la acción criminal de la que no obtendrá más beneficio que la breve prisión suspendida por obra y gracia de una astuta acción del abogado que resultó más beneficiado que el acusado puesto en libertad. Esta ligera trama atraería y envolvería a quienes desde la tribuna pueden ver aparecer precisos personajes con aureola y trajes de osado diseñador como los que luce la muy distinguida, ardorosa y bien casada señora que tiene su calentado con un toy boy que ventila y abanica sus acentos nobiliarios que palidecen cuando el marido abre la boca al mismo tiempo que firma cuentas y alcanza la tarjeta de crédito con consumo ilimitado.

Bueno, este comentario viene no por novela alguna si porque mañana 2 de julio se recuerda el aniversario de la inauguración de la Residencial San Felipe, en Jesús María, obra de interés pensada, proyectada y ejecutada durante el primer mandato del presidente arquitecto Fernando Belaunde Terry con la participación de Enrique Ciriani, Mario Bernuy, Jacques Crousse, Oswaldo Núñez, Luis Vásquez y Nikita Smirnofft, equipo de arquitectos de la Junta Nacional de Vivienda, que tuvieron como preocupación al comprador de clase media que desde 1969 ocupa este conjunto multifamiliar construido sobre 27 hectáreas que “…concilia los conceptos urbanos tradicionales y los postulados de una incipiente modernidad en el Perú”. Soy uno de los varios miles de habitantes de la Residencial, icono en la arquitectura sudamericana. Disfruto de un dúplex con dos balcones con vista al Este y Oeste y unos espacios bien iluminados y ventilados en los que cómodamente puedo moverme con la buena compañía de Gretta y Domennickoh, mis queridos michifuces.

Desde 1969 el paisaje interior y el circundante han sufrido modificaciones. Las áreas verdes de San Felipe, que forman parte de muchas de mis miradas detenidas con la foto, se mantienen con cuidado, hay árboles que han ganado en copa, otros caen con poda indiscriminada, pero aun así es un privilegio el poder pasear o circular en estas áreas en que están ganando presencia tordos, botones de oro, azulejos, un escaso petirrojo y las ardillas que son entretenimiento y educación para niños y adultos. Tengo también en mis fotos registro de arquitectura, amaneceres, atardeceres, medianoche, y una engreída cantidad de visiones de neblina que puede ser muro o telón de leve gasa. Me lamento de haber perdido la línea de los cerros que iba hasta Chorrillos; el horizonte el mar y la isla, más cerca la cúpula que corona una virgen que hoy desde mi balcón parece estuviera en alguna azotea. Y ya voy viendo todo lo que iré aprendiendo a ver con los nuevos proyectos en Gregorio Escobedo, Pershing y otras calles cercanas en que levantan cabeza los nuevos gigantones que cuando estén ocupados contribuirán a manos llenas con las arcas municipales y con atoros y caos vehicular cuando suelten a las calles su contenido automotor.

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