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El país del “hay que hacer”

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Fecha Publicación: 01/05/2021 - 22:00
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Señora Fujimori, haga como ayer. No dé más mensajes buenistas mostrándose temerosa de su pasado. Siga hablando fuerte y claro, demostrando que NO representa al establishment podrido.

Los peruanos vivimos tiempos de confusión. Lamentablemente muchos no ponderan el tamaño de la tragedia que significaría caer en manos de un régimen comunista. En particular, aquellos que no han vivido siquiera algo semejante a lo que les ocurre a los cubanos y venezolanos, por ejemplo. El velasquismo fue un esbozo de lo que pudo ser el comunismo instalado en el Perú. Las generaciones ahora adultas lo padecimos a lo largo de doce años. Allí comprendimos lo que significa perder la libertad de entrar y salir de su patria sin pedirle permiso al régimen; lo que implica disponer a su criterio de todos los recursos labrados con su propio esfuerzo; o recibir información veraz, independiente de los medios de prensa que uno escoja, sin que éstos sean manejados por el gobierno; o emprender sus proyectos, en cualquier actividad, sin temor a estar sometido a disposiciones draconianas impuestas por el gobierno. Incluso a riesgo de perder su negocio si el régimen comunista decidiese calificarlo como actividad estratégica. Como pasó acá con las reformas agraria, industrial, minera, telecomunicaciones, etc. Esas y tantas otras barreras soportamos quienes vivimos doce largos años bajo la bota militar socialista. La consecuencia fue atroz. Una ruina socioeconómica que pauperizó a todos -ricos y menesterosos- colocándonos a la retaguardia del mundo y malográndonos largos años de vida útil.

Hoy estamos ante una disyuntiva que debería ser muy fácil de resolver. O elegimos vivir en plena libertad, o escogemos someternos al yugo del comunismo donde no existe la autonomía personal y el Estado es dueño de todo. ¡Incluso de la vida de las personas! Lamentablemente, vemos que a una parte del Perú no le resulta fácil solventar este dilema porque, sin profundizar en su futuro, hasta el momento sigue pensando que al votar por el comunismo arreglará todos sus problemas. Y encima, le permitirá ejercer una suerte de venganza divina contra aquellos que tienen más o aparentan estar en mejores condiciones que ellos. Un simplismo clásico de poblaciones con muy baja calidad educativa, pasibles de ser engatusadas por los cantos de sirena de los demagogos de siempre, que jalan agua para su molino a costa de utilizar al pueblo en beneficio propio. Estos son los camaleones comunistas, que juegan con la gente prometiéndole igualar a todos, pobres y ricos. Aunque sin explicarles que a todos los uniformizarán. ¡Pero hacia abajo! Claro que, como ocurre en la vida, habrá excepciones. Los únicos que tendrán todo a su disposición -riqueza, poder, toda clase de comodidades y privilegios- serán quienes integren la cúpula comunista del poder, que convertirá al Perú en un gulag sudaca adonde las clases media y alta serán pobres. ¡Y los hoy pobres serán más pobres! Pero a diferencia de hoy ya no serán libres, sino que estarán sujetos a lo que en adelante les ordene hacer -o no hacer- el todopoderoso autócrata comunista.