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El Parlamento prevalecerá

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Fecha Publicación: 23/09/2019 - 22:20
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Como parte del golpe de Estado para disolver inconstitucionalmente el Congreso y convocar a elecciones anticipadas contra la opinión del Poder Legislativo y sin esperar lo que resuelva el Tribunal Constitucional, el presidente Vizcarra avanza decidido a quebrar el Estado de Derecho para zafarse de la responsabilidad que asumiera -por voluntad propia- gestionando, cabildeando y aceptando la designación como jefe del Estado que recibió del Congreso, siguiendo lo dispuesto por la Carta en su condición de primer vicepresidente del renunciante Pedro Pablo Kuczynski.

Ahora es evidente que el puesto de presidente de la República le quedó inmenso a Vizcarra. Es incapaz de cumplir sus obligaciones presidenciales. Empezando por atender la crisis en que se encuentran servicios básicos como Salud, Educación y Seguridad. Pero asimismo, ha descuidado la economía conduciéndola temerariamente al abismo de la recesión. No solamente esto. Vizcarra ha desatado una reprensible pugna de poderes al interior del Estado, y temerariamente ha enemistado y enardecido al pueblo contra el Parlamento a través de una campaña mediática de proporciones alucinantes.

Tan delincuencial que el Ejecutivo –que hoy maneja el Ministerio Público- permite que se graben y difundan conversaciones privadas entre los parlamentarios, quebrando el ordenamiento jurídico. Esta coyuntura no hace sino crispar más el ánimo de los peruanos, ya suficientemente exacerbado por los affaires de corrupción que involucran a figurones de la política como los ex mandatarios Toledo, Humala y PPK. Aunque igualmente tocan al ahora presidente Vizcarra. Como informó ayer este periódico sobre la impresionante manera en que siendo ministro de Transportes y después presidente, Martín Vizcarra benefició con S/ 1,000 millones en obras a la constructora Casa, asociada al “Club de la Construcción”. Mueran Vizcarra y todos los corruptos, sería la versión contemporánea de Sansón y los filisteos.

Por fortuna un desventurado Daniel Salaverry –también envuelto en corruptelas- dejó la presidencia del Congreso. Hoy el Parlamento lo preside Pedro Olaechea. Hombre probo, político ajeno al tráfico de influencias y dignatario rodeado de decencia provisto de un talante pleno de hidalguía, dispuesto a encarar las tropelías que lanza contra su institución un individuo irresponsable llamado Martín Vizcarra, aprovechándose del cargo presidencial. Olaechea no calla ante los desmanes que presuntamente alienta -pero ciertamente permite- Vizcarra. Ayer denunció el espionaje telefónico en agravio de diversos parlamentarios, ejecutado para debilitar más al Legislativo y justificar el golpe que significaría su clausura por Vizcarra.

“Como presidente de este poder del Estado, debo rechazar dichas prácticas y señalar que, en la fecha, a través del procurador del Congreso, estamos procediendo a formular denuncia ante la fiscalía, ‘contra quien resulte responsable’ (…). No estamos en un régimen estalinista. Una cosa es la libertad de expresión y de información, y otra la persecución por razón de ideas y la violación de la intimidad”, sentenció Olaechea.

El Perú se encuentra en el ojo de la tormenta golpista desatada por Vizcarra. Estamos a escasos días del plazo fijado para disolver el Parlamento si no convierte en ley el inconstitucional ucase vizcarrino para convocar a elecciones anticipadas. El Congreso debe rechazar semejante atentado.