El pasillo estrecho: la libertad y la justicia social en el Perú
La libertad y la justicia social transitan por un pasillo estrecho en el Perú. En tiempos de incertidumbre y polarización, vale la pena volver la mirada hacia los orígenes del pensamiento político para entender la fragilidad de la democracia y los desafíos de la libertad. Para los griegos, la democracia no era una entelequia, sino un experimento humano lleno de riesgos. Platón, en “La República”, advertía que la democracia podía degenerar en caos si no era guiada por la virtud y la sabiduría. La libertad, uno de los pilares fundamentales de las sociedades democráticas, nunca es un estado absoluto ni eterno. Contemporáneamente, Daron Acemoglu y James A. Robinson, en su libro “El pasillo estrecho”, ofrecen una visión fascinante sobre lo complicado que es para las naciones mantener un equilibrio entre un Estado fuerte y una sociedad activa. A través de múltiples ejemplos históricos y contemporáneos, los autores argumentan que la libertad no es un don, sino el resultado de una constante pugna entre estas dos fuerzas.
Un Estado demasiado débil puede llevar al caos, mientras que uno demasiado fuerte puede oprimir. Este delicado equilibrio se encuentra en lo que los autores llaman “el pasillo estrecho”, un espacio metafórico donde la libertad puede prosperar.
Veamos los casos que nos ofrece la política comparada. Uno de los ejemplos más impactantes del pasillo estrecho es el caso de Suiza. Con su sistema federal de gobierno, donde tanto el Estado como las comunidades locales tienen un alto grado de poder, Suiza ha encontrado un equilibrio que permite el florecimiento de la libertad y la participación democrática. Otro caso exitoso es el de Noruega, donde el Estado fuerte se combina con una sociedad civil activa y un alto nivel de confianza entre ciudadanos y gobernantes. Este equilibrio ha resultado en una sociedad igualitaria y próspera, capaz de adaptarse a los desafíos modernos. En el otro extremo, países como Corea del Norte se encuentran fuera de este pasillo. Allí, un Estado demasiado fuerte domina a una sociedad que apenas tiene espacio para expresarse. En contraste, Somalia representa el caos que resulta de un Estado demasiado débil, donde la sociedad queda atrapada en la anarquía y la violencia. El caso de Estados Unidos ofrece una perspectiva intermedia. Desde su fundación, el país ha luchado por mantener el equilibrio entre un gobierno que protege los derechos de sus ciudadanos y una sociedad comprometida. Sin embargo, desafíos recientes, como la polarización política y la desigualdad económica, han puesto a prueba su capacidad para mantenerse en el pasillo estrecho. Sudáfrica, por su parte, es otro ejemplo significativo. Tras el fin del apartheid en 1994, el país logró avances hacia el pasillo estrecho.
La tesis de “El pasillo estrecho” es un recordatorio de que la libertad no es un estado permanente, sino un proceso constante. El equilibrio entre un Estado suficientemente fuerte para proteger a sus ciudadanos y una sociedad lo suficientemente activa para evitar la tiranía es difícil de alcanzar, pero es esencial para el desarrollo humano y político. El camino hacia la libertad en el Perú es un reto continuo que requiere reformas estructurales, el fortalecimiento de las instituciones democráticas y un cambio cultural hacia una relación de mayor confianza entre el Estado y la sociedad. En palabras de “El pasillo estrecho”, la tarea no es fácil, pero es imprescindible para garantizar un futuro donde la libertad no sea solo una aspiración, sino una realidad tangible para todos los peruanos.
Por José Oré León
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