El Perú es atractivo
El Perú ha dejado de ser un país interesante para las inversiones, pero se ha convertido en un país muy atractivo para la delincuencia. Una de las razones principales para que esto ocurra es la existencia de un sistema judicial caviarizado, “garantista”, que protege a los delincuentes y persigue con encono a los miembros de las fuerzas del orden que los enfrentan.
Los últimos sucesos del Ecuador muestran los niveles de brutalidad y horror a los que puede llegar una delincuencia que ha desbordado largamente la capacidad de las instituciones encargadas de combatirla.
Ecuador era un país relativamente tranquilo y pacífico hasta hace pocos años, pero una combinación de crisis políticas sucesivas; debilidad de los gobiernos y autoridades; incremento exponencial del narcotráfico que usa ese país como ruta de salida de la cocaína; presencia de bandas delincuenciales extranjeras, lo ha convertido en un lugar inseguro, con una de las tasas de homicidio más altas de la región, a las puertas de tornarse un Estado fallido.
La respuesta del presidente Daniel Noboa ha sido involucrar a las Fuerzas Armadas en la lucha contra la delincuencia y calificar como terroristas a las bandas criminales.
Como muchos peruanos advierten ahora, debemos mirarnos en el espejo ecuatoriano. Aquí la delincuencia ha crecido exponencialmente en los últimos años, no solo por la presencia de decenas de miles de malhechores venezolanos, muy violentos, sino porque ya se aplica en todo el país el nuevo Código Procesal Penal, pergeñado por los caviares, que ha despojado a la Policía Nacional de una de sus funciones esenciales, la investigación preliminar, y la ha entregado al Ministerio Público, que no está preparado –ni lo va a estar nunca- para esa tarea. Pero, sobre todo, porque está caviarizado, prácticamente capturado –al igual que el Poder Judicial- por aquellos que privilegian por encima de todo la protección de los supuestos derechos de los delincuentes y se empeñan en perseguir con saña, inquina y malevolencia a policías y militares.
Eso no es cosa del pasado. Está sucediendo ahora mismo. Recientemente un juez ha decretado, a pedido del fiscal, prisión preventiva para un policía que fue enviado por el Gobierno a defenderlo de las turbas castillistas, senderistas y delincuenciales que pretendían derrocarlo. Cientos de otros policías y militares están en situación similar, investigados. Y están en camino de que les ocurra lo mismo.
También un policía que abatió a un delincuente fue enviado a la cárcel por juez y fiscal hace poco. Y decenas de delincuentes, capturados en flagrancia son liberados por esos magistrados, para volver a delinquir apenas los dejan en libertad.
Varios militares están siendo procesados y sentenciados ahora, de manera ilegal, por hechos ocurridos hace 30 o 35 años por supuestos delitos que ya prescribieron.
¿Y hoy la sociedad pedirá que militares y policías enfrenten con decisión y energía a la delincuencia, para dejarlos luego en manos de los caviares que los enviarán a prisión por defender al Perú?
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