El Perú es más grande que sus corruptos
No hay discusión más politizada en el Perú que la del aumento de la RMV que, paradójicamente, solo beneficia a un porcentaje muy pequeño de empleados formales. Es la bandera de lucha más seductora de la CGTP, que siempre sostiene que el mínimo es indebidamente bajo; cada centavo es un magro triunfo. Sin embargo, exigir que se fije en S/ 2,500, vale decir, un incremento de más de 100 %, saben que es una necedad y pierden toda credibilidad.
El mismo camino sigue Sigrid Bazán quien, en su calidad de presidente de la Comisión de Trabajo, aduce que el sector empresarial intenta impedir el aumento sobre la base de factores técnicos, dándole la espalda a la realidad del pueblo peruano. Olvida que la economía no se sueña, sino que se planifica y todo aquello que se ignora, se paga carísimo. Lamentablemente para ella, el populismo disfrazado de solidaridad y compasión no es una variable. Cómo se nota que jamás ha pagado una planilla.
La realidad no solo es la pobreza desgarradora en la que vive mucha gente sino las dañinas consecuencias de subir esta remuneración sin un respaldo efectivo. Como bien dice Alfredo Thorne, la productividad (laboral) y la inflación son los dos criterios por excelencia. Un alza de la RMV aumentaría la demanda y si no está soportada en una mayor productividad y crecimiento real, generaría más inflación. Es un perverso círculo vicioso que muchos políticos –de ese universo de aventureros que hoy conforma el Congreso– parecen no dimensionar ni entender.
Además, la subida mejora el poder de compra de las rentas más bajas siempre que consigan mantener el empleo formal –es un efecto placebo–, pero condena a los más vulnerables cuya productividad no permite su contratación por esos montos. Literalmente los manda a la calle, a engrosar ese 70 % de la PEA con empleos precarios y alto riesgo de cruzar la tenue línea de pobreza.
Recordemos que no solo es el salario sino todas las asignaciones y cargas sociales que lo acompañan. Al final, es un acto hostil al bienestar de la sociedad. No puede ni debe aumentarse todos los años. ¿Por qué nos vamos a encasillar? Tiene que subirse cuando las condiciones del país estén dadas y utilizando el cerebro, no el corazón.
Desafortunadamente ya no hay ningún líder capaz de elevarse sobre sus miserias, dejar de lado el maniqueísmo y tener el valor de inmolarse para defender sus principios. Todo es acomodo y componendas. El Congreso, cada día más tóxico, sólo agudiza el cainismo que tanto daño le ha hecho a la política. FP ha dado su apoyo con la única excusa de que la provisionalidad de la Defensoría tenía que terminar. Revollar era nefasta, en eso coincidimos, sin embargo, la oposición debió anticiparse y buscar aliados para defender la candidatura de la Dra. Muñoz. Todo pareciera hecho a propósito para tener elementos de negociación, mover sus fichas y capturar más poder.
Apoyar la candidatura de Gutiérrez, un agradecido hombre de Cerrón, cuyas calidades morales están en seria duda por las dos investigaciones por peculado y estafa que le sigue el MP, además de una trayectoria profesional muy pobre, es simplemente inaceptable. Clara muestra del poco respeto que sienten hacia esa institución –bastante ineficaz por cierto, existen 218 conflictos sociales y el número sólo aumenta–, y de que esta elección ha sido un mecanismo de reacomodo para las bancadas que nunca debieron votar por él.
No sabemos si tendrá fuerza como presidente de la JNJ ni si logrará limpiar la Defensoría de caviares, de lo que sí tenemos certeza es de que una vez más prevalecieron los intereses políticos a los principios y a las necesidades del país.
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