El Perú nació en el Virreinato

Resulta obvio que el relato que venden gran parte de los socialistas americanos, desde López Obrador hasta Pedro Castillo, obedece más a una manipulación ideológica de la historia que a la reflexión crítica de hechos suficientemente demostrados. Si el victimizarse confiere cierta legitimidad, se recurre al ardid cuando no se cuenta con las habilidades tradicionales del político, capacidad de comunicación y de gestión. Así, los aztecas pueden pasar de ser una de las etnias más crueles de Norteamérica, a representar falsamente a la totalidad del espectro indígena, sojuzgado por los castellanos de Cortés. Ignorando con malicia las evidencias, se afirma la existencia de un paraíso precolombino mortalmente alterado por la violenta avaricia de los conquistadores de tez blanca.
Desde el siglo XIX las élites dominantes decidieron construir la identidad nacional en el Perú en torno a la idealización del breve imperio incaico. Nos enseñaron a ignorar que la estatización de las tierras solo permitió que un tercio de los cultivos tuvieran como destino a las comunidades, el resto era para los jerarcas quechuas; esto, más el trabajo forzado, la esclavitud de los pueblos insubordinados, los sacrificios humanos en Vilcabamba, en el volcán Ampato y en Llullaillaco, nos explican el por qué un puñado de españoles dirigidos por el experimentado soldado que fue Pizarro, integrante de los Tercios en Nápoles, logró que las tribus se les vayan uniendo en el camino, en procura de alcanzar su liberación.
El respeto que debemos sentir por las primeras comunidades políticas que florecieron en nuestro actual territorio no debe confundirse con identidad. El Perú, como nación mestiza y pluricultural, nace con la fundación de Nueva Castilla, con la simbiosis de los pueblos que adoptaron el idioma, la religión y el derecho de ultramar, produciéndose un resultado singular, diferente al de los otros dominios españoles. Naciones como la inglesa han asumido con pragmatismo su realidad, sin restar importancia a los anglos, celtas, romanos, britanos y sajones, consideran que Inglaterra nace con la invasión de los normandos; recién entonces se produce la simbiosis étnica y cultural que sustentó luego su evolución política-constitucional.
De igual manera, la propia organización territorial actual del Perú, el derecho, el vestido y la música, por ejemplo, provienen de la fusión de lo hispano con lo indígena. La verdadera identidad peruana fluye a partir del Virreinato; estudiar y comprender a fondo esa rica etapa de nuestra historia nos permitirá reconocernos hijos de los mayores imperios del siglo XVI en Europa y América, y además, nos hará madurar como nación.

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