El Perú no soporta hoy un gobierno blandengue

La señora Boluarte y su primer ministro han estado tratando de complacer a los sectores de la izquierda caviar que han venido saqueando las arcas del Estado mediante consultorías que no sirven para nada, con la finalidad de evitar su persecución judicial por las muertes provocadas por esa turba saboteadora de bienes públicos y privados y asesinatos de miembros de las fuerzas del orden.

Es que ahora, la caviarada utiliza el concepto de lesa humanidad para inmovilizar a los políticos de turno quienes siempre patean las responsabilidades hacia los militares o policías sumándose con demasiado entusiasmo a una persecución ciega en vez de establecer reglas y estrategias que aclaren de una vez por todas los hechos, definiendo la relación entre ataque y defensa, proporcionalidad en función de la ideologización y objetivos antinacionales de la turba y el desborde de la capacidad de respuesta de los miembros de las fuerzas del orden.

En dicho escenario de violencia irracional y complacencia gubernamental, la señora Boluarte y su primer ministro han frenado radicalmente la depuración del chavismo infiltrado a través de agentes colocados por Castillo en puestos claves de la administración pública, mostrándose a la vez muy sumisos ante los ataques provenientes de gobernantes y funcionarios de países vecinos que han abrazado el castrochavismo como el camino a un cielo que no existe porque todos esos países se han convertido en verdaderos infiernos para sus ciudadanos.

Tampoco el Gobierno ha hecho gran cosa para descabezar la agitación sediciosa interna poniendo a esos líderes que han incurrido en muchos graves delitos contra la seguridad, la tranquilidad y el orden constitucional a disposición de la justicia, cortando su línea de suministro y financiamiento que, en casi el cien por ciento, proviene de actividades ilegales, proponiendo un nuevo marco normativo para definir con mayor precisión los actos punibles y el agravamiento de las penas.

El juego político de la señora Boluarte y su primer ministro, que más parece un balanceo en cuerda floja de circo de barrio, se ha visto brutalmente eliminado por causa de los fenómenos naturales que, como ya es costumbre por esta época, provocan desolación, hambre, muerte y desesperación en la zona norte del país, con inundaciones, huaicos, destrucción de carreteras y caminos, aislamiento de las zonas rurales, falta de agua, luz y atenciones de salud, cuyo efecto devastador ha llegado hasta Lima.

Se habla ahora de una probable sequía en el sur que es tan nefasta como las inundaciones y demás desastres, para cuya comprensión basta leer 'Los perros hambrientos', de Ciro Alegría.

Ahora se necesita un gobierno fuerte que muestre un camino con una dirección precisa y actos que conduzcan tanto a la reconstrucción y apoyo social como a incentivar la inversión pública y privada poniendo en su sitio a tanto sedicioso destructor. Las medias tintas no sirven en un escenario como este.

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