El Perú quiere paz
La paz es un derecho humano. El artículo 1 de la Carta de las Naciones Unidas proclama la paz como un propósito, que se logra al prevenir y eliminar cualquier tipo de amenaza o daño. La Declaración Universal de los Derechos Humanos menciona en su preámbulo a la paz como un principio que, junto a la libertad y a la justicia, tienen como base a la dignidad humana. Así también, en su artículo 2 señala el compromiso de los Estados de arreglar sus diferencias por medios pacíficos; mientras que el artículo 26, refiere que uno de los objetivos de la educación es el mantenimiento de la paz. Así mismo, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos alude al derecho a la paz a través de la prohibición de ciertas conductas que inciten la discriminación, la hostilidad y la violencia.
La paz está presente no solo a partir de los diversos tratados y declaraciones que componen el Derecho Internacional Público sino, en la vida de cada persona, como una necesidad, como un valor intrínseco como un anhelo cuya garantía de realización permite el desarrollo de nuestro proyecto de vida. Hoy en día, se habla de una necesaria “cultura de paz” por medio de la educación. Es importante, la difusión del conocimiento así como la formación de un sistema de valores y comportamientos basados en los principios de igualdad, libertad, justicia y solidaridad, con la finalidad del pleno respeto a la persona y a su dignidad, la vida y al entorno.
Desear la paz trae como natural consecuencia rechazar la violencia. Conforme a lo definido por la Organización Mundial de la Salud, la violencia no solo puede manifestarse de forma física o verbal con la intención de hacer daño sino también comprende la violencia estructural, aquella que priva a la persona del pleno ejercicio de sus derechos y a cubrir sus necesidades. Entonces, el Estado no solo está en la obligación de garantizar la seguridad frente una amenaza o daño material o personal en perjuicio de los ciudadanos sino que, además debe orientar sus políticas y normas a la realización de la paz social, aquella que solo se logra cuando todos tenemos las mismas oportunidades.
Y si queremos terminar con la desigualdad, es momento de trabajar todos unidos para la consecución del mismo fin. Es hora de sumar esfuerzos en la recuperación de nuestra democracia. Se requieren cambios urgentes, reformas constitucionales y legales que nos permitan elegir un mejor futuro para nuestros hijos en libertad. Que muy pronto, la paz y la prosperidad no sean solo un fuerte deseo por Navidad sino una realidad para nuestro amado Perú.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.