“El peruano parlanchín”
Una nota de Clarín, el gran diario de Buenos Aires, escrita por el periodista Hernán Firpo, dice: “El hombre que revolucionó nuestra radio y TV fue un peruano que nació un 11 de agosto de 1924, hace 101 años, y murió un 21 de agosto de 2010: Hugo Guerrero Marthineitz, el prócer de los medios que cayó en el olvido y murió en la pobreza.”
Cuando hacía “A solas”, “la gente – escribe Firpo- se quedaba hasta tarde viendo por televisión a un tipo conversando con otro en un tono intimista. Había noches de 30 puntos de rating. Dos personas –a veces conocidas, a veces no- charlando mientras tomaban café y se prendían un pucho.”
Sin duda, ese estilo extraordinario tenía como protagonista a la palabra. Ya no hay programas así, ni en la radio ni en la TV: no los resiste la civilización del espectáculo. El último se lo debemos al gran polígrafo Marco Aurelio Denegri. Su espacio se llamaba, precisamente, la Función de la Palabra.
“El peruano parlanchín” como era conocido desde un programa radial famoso que se llamó El Show del Minuto, pedía- nos cuenta Firpo- que no adelantaran quién sería el invitado ni el tema a tratar. Solo con él, armaba un diálogo sin más protagonista que la palabra, conducido con sobriedad y, sin duda, con un encantadora sencillez que multiplicaba la audiencia.
Hizo fortuna pero la perdió, como el público que mudó a otros formatos radiales y televisivos al compás del espectáculo y la tecnología. Llegó a vivir en la extrema pobreza y a dormir en los sofás de algunas emisoras que le daban cobijo. Antes de morir, pasó por un hospital para enfermos mentales en donde le diagnosticaron malnutrición. Poco después falleció de un infarto en el hospital de Clínica de Buenos Aires..
Hugo Guerrero estudió sólo la Primaria pero fue un cultor de la palabra, suelta, amena, congregante, sugerente, simple. Su tema eran todos y sus contertulios también. Desde las que hicieron historia en la televisión argentina hasta las charlas en las casas por unos cuantos pesos En ese diálogo con alguien o consigo mismo, encontró lo que buscaba. Es triste e increíble que en sus años postreros, ya pobre, ya olvidado, se ofreciera a ir a hablar de cualquier tema a domicilio. Sabía en su profundo interior y de manera intuitiva, que somos una palabra y un gesto que están en nuestro inconsciente como los mitos y los sueños… y como los encontró, quería compartirlos. A Solas, se denominó su programa estrella y a solas se fue a los 86 años de edad.
Jorge.alania@gmail.com
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