¿El pobre es pobre porque quiere? Parte II
La educación es una fuerza insustituible para cimentar el futuro de una Nación. Un gobierno estadista tiene la obligación de proveer de cinco aristas que determinan el desarrollo de un país: alimentación -he escrito sobre este tema en una columna pasada-, educación, salud, seguridad y, por último, pero no menos importante, oportunidades para los que buscan salir adelante con base a mucho esfuerzo y constancia. Todo lo que valga la pena en esta vida nunca será fácil ni sencillo. Sin embargo, en esta columna vamos a centrarnos en la educación y el papel determinante que tiene en la vida de cada persona.
Está probado y documentado que una persona de bajo nivel en educación universitaria y baja capacidad de raciocinio se encuentra desempleada; esa es la realidad en nuestro país. Ahora bien, imaginen a una persona que sólo cuenta con estudios secundarios en un colegio de bajísimo rendimiento, al interior del país, y llega a la capital para “salir adelante” sin la más mínima idea de cómo desarrollarse en el mercado laboral, o de lo que deberá hacer para ser incluido en ese mercado y sobrevivir.
Por supuesto que tengo ejemplos: Jovi Herrera Alania y Jorge Luis Huamán Villalobos -¿los recuerdan?, quizás no, murieron en la esclavitud-, ambos de 19 y 21 años de edad, fallecieron encerrados en un contenedor mientras falsificaban la marca de fluorescentes. “Cuiden a mi hijita”, fue lo último que dijo Jovi Herrera, antes de morir por un “trabajo” en el que recibía menos de 100 soles a la semana. Así no se construye una Nación.
La educación desempeña un protagonismo crucial en la búsqueda y logro de la satisfacción de las necesidades básicas y del bienestar de los peruanos. Asimismo, la educación y la alimentación son piezas irremplazables de un ajedrez para promover el crecimiento económico y contribuir al desarrollo sostenible del Perú. Pero, ¿cómo logramos ello si 6 de cada 10 peruanos no terminan los estudios secundarios? Según el INEI, dentro del grupo de adolescentes de entre 17 y 19 años, sólo 7 de cada 10 terminan los cinco años de estudios de secundaria. Por otro lado, 6 de cada 10 estudiantes entre 13 y 19 años no terminan de estudiar. Tenemos un universo de realidad lúgubre, con jóvenes sumidos en el semianalfabetismo: saben leer, pero no saben qué hacer.
Nos referimos a una población excluida y explotada de la sociedad. Los que tienen más educación y de calidad son los que logran puestos de trabajo rentables y con sostenibilidad; aquellos que logran alcanzar conocimientos e información son los que trabajan en empresas más sólidas, grandes y son los que tienen mayor estabilidad laboral.
En el Perú tenemos cerca de un millón de adolescentes que no se encuentran estudiando en el nivel secundario. Algo que no entienden los corruptos que nos han gobernado es que la educación es la única base para determinar el ritmo de crecimiento del PBI, el crecimiento de la población económicamente activa (PEA) y del nivel de vida de la población. Y si lo entienden, no les interesa. ¿Qué estamos haciendo con nuestros jóvenes?, ¿el pobre es pobre porque quiere? No necesariamente.
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