El poder constituyente es el poder del pueblo

El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, acaba de convocar a una consulta popular para que los ciudadanos expresen su conformidad o no en que se pudiera instalar una Asamblea Constituyente que pudiera darle a este país hermano, una nueva Constitución Política. El mandatario ecuatoriano plantea que la gente pueda responder una sola pregunta: “¿Está usted de acuerdo en que se convoque e instale una Asamblea Constituyente, cuyos representantes sean elegidos por el pueblo, de acuerdo con las reglas electorales previstas en el Estatuto Constituyente adjunto, para elaborar una nueva Constitución de la República, la cual entrará en vigencia únicamente si es aprobada posteriormente por las y los ecuatorianos en referéndum?”. Noboa es consciente del enorme valor democrático del denominado Poder Constituyente, que es el poder del pueblo, y que, una vez elaborada la Carta Magna ecuatoriana, será sometida a un referéndum -es el mecanismo de participación ciudadana más importante de las democracias, aunque ya sabemos que no siempre las mayorías tienen la razón, volviendo por esta sola razón a la democracia un sistema político imperfecto. De hecho, hay que evitar el referéndum cuando existe una evidencia incontrastable que se realizará en un marco totalmente manipulado. Una vez aprobada la Constitución Política de un Estado e instalado el Poder Legislativo, corresponde a este poder del Estado el cumplimiento cabal de la Constitución Política y no el cambio por mecanismos y métodos legislativos del Poder derivado de lo que ha sido consagrado por el Poder Constituyente, que repito es el poder del pueblo. En el Perú, el pueblo decidió por referéndum del 2018 que no exista reelección de congresistas y que no haya bicameralidad y aunque no fue por Poder Constituyente, propio del que elabora una Carta Magna, lo fue por el poder democrático y constitucional de la ya referida participación ciudadana, el mismo que ha sido tirado al suelo por los actuales congresistas de la República que, además, han terminado cambiando la voluntad popular, efectuando más de 55 modificaciones en nuestra Constitución de la que muchos se oponían firmemente a una Asamblea Constituyente en la idea de defender la economía social de mercado. Los cambios constitucionales realizados, entre los que se encuentran -hechos a su medida- la reelección de las mismas personas, proceso camuflado con el nombre de diputados y senadores, que era exactamente lo que el espíritu del referéndum de 2018, decidió que no hubiera. Junto a esta decisión, yace la bicameralidad, con la que más allá de hallarme de acuerdo, lo que importa es lo que dijo el pueblo por la referida consulta popular, y no lo que piensa el autor de estas líneas. Esta penosa realidad deberá ser abordada por el próximo Poder Legislativo que tengamos en la idea de que NUNCA MÁS el Poder Constituido, que es el poder de los legisladores o congresistas, como poder derivado, pudiera siquiera atreverse a cambiar la voluntad del Poder Constituyente, o poder del pueblo, que es el poder originario. Los que llevaron adelante esta blasfemia constitucional con tal de mantenerse en el sistema político a cualquier precio, deben tener presente que el pueblo no lo ha olvidado.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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