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El poeta del amor ha muerto

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Fecha Publicación: 10/03/2020 - 20:30
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“Al perderte yo a ti/Tú y yo hemos perdido:/Yo porque tú eras Lo que yo más amaba/Y tú porque yo era el que te amaba más. / Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo/ Porque yo podré amar a otras como te amaba a ti, /Pero a ti no te amarán como te amaba yo.”

Ernesto Cardenal, el que como Francisco de Asís, dejó un día todo para vestirse con un tosco sayal y meterse a la trapa, ha muerto. Su vida fue una vida en el amor, como tituló uno de sus más logrados libros Y su grandiosa obra incluyó poemarios tan entrañables como Oración por Marilyn Monroe y otros poemas.

Sus versos tienen una fuerza y un eco quedo pero inmenso que nos demuestra cómo las palabras pueden, a veces, expresar la plenitud de los sentimientos. “Como latas de cerveza vacías y colillas /de cigarrillos apagados han sido mis días…” son los versos iniciales de un bellísimo poema que José Emilio Pacheco colocó como epígrafe en su extraordinario libro: No me preguntes cómo pasa el tiempo.

Haciendo vida contemplativa y monástica en la bahía de Solentiname, Ernesto Cardenal encontró lo que había buscado sin cesar en las mujeres que conquistó “ni con joyas de la joyería Morlock/ni con perfumes de Dreyfus/ni con orquídeas dentro de su caja de música” sino solamente con sus poemas.

En esa batalla contra su soledad y contra sus más bellas ilusiones del pasado, Cardenal le invocó a su Señor: “Ten compasión de mi corazón vacío”. Y su Señor la tuvo de tal manera que pudo ser bienaventurado mientras vivió y tal cual escribió en Los Salmos, “ como un árbol plantado junto a una fuente”.

Su oración por Marilyn Monroe es sencillamente insuperable. Los primeros versos y los últimos son de antología y logran reflejar el dolor, la solidaridad y el desconcierto por esa vida apagada con somníferos en una madrugada fatal. “Señor recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe /aunque ése no era su verdadero nombre /(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años/y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)”.

Los últimos versos son como el final dramático de uno de sus filmes: “La película terminó sin el beso final. /La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono. /Y los detectives no supieron a quién iba a llamar. /Fue como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga/y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER /O como alguien que herido por los gangsters/ alarga la mano a un teléfono desconectado. / Señor: quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar/ y no llamó (y tal vez no era nadie /o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles) ¡contesta Tú al teléfono!”