El presidencialismo lleva a golpes
Después de las experiencias de América Latina en que las masas se han vuelto golpistas. Están hartas del Estado y de sus gobiernos y los sistemas por más populares que sean el día de su elección, a los pocos meses son repudiados por los pueblos y arrastran en la caída al jefe de Estado y al Parlamento. Pero eso lo ha generado el presidencialismo. Si introdujéramos el parlamentarismo no sería así. Italia tuvo una cuarentena de gobiernos de 1945 acá, pero su democracia persiste incólume. Francia, España, Alemania son grandes democracias porque existe la posibilidad constitucional de la disolución del Parlamento y generar congresos que congenien con la opinión pública.
Desarrollemos casos que son especímenes de seminario acontecidos en nuestro país el siglo XX en que el parlamentarismo, y no el presidencialismo imperante, habría salvado al Perú de tres golpes militares. Veamos diversos casos.
Guillermo Billinghurst (1914) era un gran demócrata, enemigo radical del civilismo. Dictó normas reguladoras del derecho de huelga. Su enfrentamiento con el Parlamento se acentuó cuando planeó disolver el Congreso y convocar a un plebiscito para reformar la Constitución de 1860. El Parlamento se le adelantó uniéndose al militarismo porque Billinghurst vaciló y no llegó a armar las milicias obreras con las que pretendía enfrentarse a la oligarquía. El 4 de febrero de 1914 el coronel Óscar R. Benavides, jefe del Ejército, lo destituyó. El civilismo volvió al poder con su delfín Jose Pardo (1915-1919), el cual fue derrocado por Leguía.
Jose Luis Bustamante y Rivero (1945-1948) era un comodatario del Poder. Su presidencia fue fruto del renunciamiento de Haya de la Torre, y el jefe de Estado se creyó así dueño del poder. Bustamante pretendió resolver el tema convocando extra constitucionalmente a una nonata Asamblea Constituyente, de la que serían miembros los parlamentarios electos en 1945. El presidencialismo llevó a dos golpes: el izquierdista del Apra, del 3 de octubre, que desgraciadamente fracasó, y el de los agrarios y de los exportadores el 27 de octubre de 1948, con Odría, que dio lugar a un régimen tiránico que concluyó el 28 de julio de 1956.
Y contrariamente a esas figuras respetabilísimas tenemos las tretas siniestras del hipócrita y totalitario Alberto Fujimori (1990-1992), enfrentado presidencialistamente al Parlamento. Si hubiera habido un sistema parlamentarista se habría disuelto legítimamente al Congreso y nos habríamos evitado una siniestra dictadura, corrupción y la carta apócrifa de 1993. Por mentir cínicamente está en la cárcel condenado a treinta años.