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El presidente Echenique y los mazorqueros

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Fecha Publicación: 21/06/2025 - 21:00
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Las elecciones de 1850-1851 fueron, más allá de sus grandes limitaciones, las primeras realmente competitivas, como bien ha estudiado el historiador Héctor López Martínez. En ella triunfo la candidatura presidencial de Jose Rufino Echenique (1808-1884) sobre Domingo Elias (1805-1867) del Club Progresista y Manuel Ignacio Vivanco (1805-1874) del partido regeneracionista.
Echenique ganó gracias al llamado “partido moderado” pero este nunca fue un grupo homogéneo. En realidad, estaba integrado por una gran cantidad de grupos o clubs políticos reunidos en dos grandes organizaciones; la “Sociedad constitucional” del general Manuel de Mendiburu y la “Sociedad del Orden Electoral”.
Esta última declaraba en el preámbulo de su constitución orgánica que: “El orden ha sido el primero de los designios del creador, al formar el universo, guardan, en virtud de ese orden su centro el sol, sus límites, el mar, sus distancias los planetas, haciendo de una manera uniforme y arreglada su revolución periódica los astros y la tierra que la habitan sus propios movimientos”.
La figura más importante de la Sociedad del Orden Electoral fue el general Juan Crisóstomo Torrico (1808-1875) militar ilustrado, visto con admiración por la juventud romántica de aquella época, por ello no extraña que el novel escritor Ricardo Palma le haya dedicado su pieza teatral titulada “Rodil” (1851).
Jorge Basadre nos dice que: “Mendiburu ha revelado en sus memorias el esfuerzo que realizaron varios partidarios de Echenique para otorgar, desde los primeros días de su administración, poder y relieve al general Juan Crisóstomo Torrico, con el objeto de crear una figura que contrapesara la influencia de Castilla”.
Ahora bien, tras conseguir la confianza de Echenique, Torrico procedió a desprenderse de las figuras que habían hecho posible la victoria del presidente; Bartolomé Herrera, que fue enviado al Vaticano; Joaquín de Osma que fue acreditado en Madrid y Manuel de Mendiburu, destinado como plenipotenciario en Londres.
Así, Torrico y el presidente se quedaron solos para reconocer la deuda interna (conocida como consolidación). Esta había sido calculada por Ramón Castilla en 7 millones y con la nueva administración paso a la astronómica cifra de 21 millones de pesos. Por eso, muchos años después, Ricardo Palma, en su tradición “El Baile de la Victoria” recordó que: “El partido que exploto al país con la consolidación había sido bautizado por los oposicionistas con el nombre de la mazorca.”
Los términos “mazorca” y “mazorquero” llegaron al Perú desde la Argentina. Este era el nombre que recibían los partidarios del dictador Juan Manuel de Rosas y fue el escritor José Rivera Indarte (1814-1845) el primero que uso el marlo de maíz, como metáfora de una fraternidad política o una unión muy estrecha entre los integrantes de un colectivo para favorecerse entre ellos. La expresión despectiva “mazorca” fue el antecedente del término “argolla” que tendría más éxito después del gobierno civilista de Manuel Pardo.
En ese mismo sentido, la expresión despectiva “mazorquero” denominó a los echeniquistas rápidamente enriquecidos con la corrupción publica quienes para 1853 ya eran repudiados social y políticamente. Ese año Juan Espinoza, veterano de la independencia y escritor liberal nacido en la banda oriental, publico un folleto titulado “Comentario a la Sociedad del Orden electoral”. (Lima. Imprenta Manterola. 1853) donde criticó a aquella organización política porque la consideraba el instrumento para depredar al erario y tratar de perpetuarse en el poder con el general Torrico. Aquí podemos encontrar el antecedente de una derecha predatoria y mercantilista que se mantiene a base de subsidios y concesiones amañadas que es visible hasta nuestros días.

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