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El primer ministro de China plantea la IA para toda la humanidad

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Fecha Publicación: 09/08/2025 - 21:00
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El mundo ha entrado en una nueva etapa de desarrollo. La inteligencia artificial (IA) no es solo una herramienta tecnológica: es un punto de inflexión civilizatorio. En sus algoritmos, procesos y aplicaciones se juegan hoy oportunidades clave para transformar la economía, la educación, la salud, la producción agrícola y los servicios públicos. Pero también emergen riesgos inéditos: desigualdad, concentración de poder, sesgos automatizados y desempleo tecnológico. Por ello, la pregunta ya no es si la IA será parte de nuestras vidas, sino cómo la gobernaremos para que beneficie a toda la humanidad.
Li Qiang, el primer ministro de China, principal socio comercial del Perú, ha lanzado el Plan de Acción para la Gobernanza Global de la IA buscando un desarrollo inclusivo, equitativo y seguro de la IA, a partir de una cooperación internacional efectiva. Desde Perú, le tomamos la palabra: la IA no debe ser un privilegio de pocos, sino un bien público global.
Este plan no solo reconoce la potencia transformadora de la IA, sino que también asume con seriedad sus desafíos. Bajo principios como beneficio para la humanidad, equidad, inclusión y cooperación abierta, China propone un modelo de gobernanza basado en el multilateralismo, el desarrollo sostenible y la reducción de brechas tecnológicas. Y enfatiza algo crucial: la necesidad de que el Sur Global —del que Perú forma parte— participe activamente en esta transformación. En América Latina, donde la desigualdad digital sigue siendo profunda, incorporar la IA de manera ética y accesible es clave para no reproducir viejas inequidades en nuevos formatos tecnológicos, y requiere de un ecosistema tecnológico previo.
Durante el reciente Foro Mundial sobre Inteligencia Artificial en Shanghái, el primer ministro chino, fue claro: “La IA debe servir al desarrollo común del mundo, y no agravar la desigualdad. Debe integrarse en todos los sectores productivos y empoderar a las personas, no reemplazarlas”. Desde esta lógica, la gobernanza no es una discusión técnica: es una cuestión profundamente política, ética y económica.
La propuesta china incluye medidas concretas: promover la alfabetización digital, fomentar plataformas de cooperación científica, facilitar el intercambio de datos con criterios éticos, reducir las barreras técnicas al desarrollo, impulsar infraestructuras digitales limpias y crear un ecosistema de aplicaciones de IA centrado en el bienestar social. Se propone incluso un mecanismo multilateral en el marco de Naciones Unidas, donde todos los países —no solo las potencias tecnológicas— tengan voz y voto en el diseño del futuro digital.
Esta visión dialoga con los compromisos ya asumidos por la comunidad internacional en el Pacto para el Futuro y el Pacto Digital Global de la ONU, que buscan garantizar que ninguna persona, comunidad ni nación quede fuera de la revolución digital. Y coloca en el centro una idea que debe guiar también nuestras decisiones nacionales: la inteligencia artificial no puede ser una fuente de nuevas exclusiones.
Hoy, muchas de las herramientas de IA más potentes del mundo —como los modelos generativos de texto, los asistentes de programación, los sistemas predictivos en medicina o las plataformas de traducción— son inaccesibles para millones de personas por su costo, por falta de conectividad o por barreras idiomáticas. Si no actuamos desde ahora, la brecha entre quienes tienen acceso y quienes no, se convertirá en una brecha de oportunidades, capacidades y derechos. Sin políticas inclusivas, la inteligencia artificial no reducirá las desigualdades, sino que las agravará y marginará aún más a quienes ya están excluidos.
Desde Perú, es urgente sumarnos con decisión a este debate. Debemos impulsar políticas públicas que incorporen la IA con enfoque de derechos humanos, fortalecer nuestra infraestructura digital, promover el desarrollo de corpus multilingües —incluyendo lenguas originarias— y garantizar la formación de jóvenes, docentes, funcionarios y ciudadanos en el uso ético y creativo de esta tecnología.
Pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos alianzas estratégicas. En ese sentido, la propuesta china de cooperación con el Sur Global debe ser asumida como una oportunidad. Laboratorios conjuntos, transferencia tecnológica, capacitación técnica y plataformas abiertas son caminos posibles que pueden ayudarnos a cerrar brechas estructurales y fortalecer nuestra soberanía digital.
La inteligencia artificial puede convertirse en una herramienta de libertad, justicia y desarrollo sostenible. Pero eso dependerá de las decisiones que tomemos hoy. Gobernar la IA no es solo una responsabilidad de expertos o potencias. Es un desafío colectivo, y el Perú debe ser parte activa de esa conversación.
La inteligencia artificial del futuro debe tener rostro humano. Y ese rostro debe incluir, sin excepción, al Sur Global.

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