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El proceso independentista

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Fecha Publicación: 27/07/2024 - 21:40
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Nuestra Independencia no se produjo de forma inmediata, sino que fue un proceso de dudas y de enfrentamiento, de divisiones entre peruanos que, con el paso del tiempo, nos han entregado el país que amamos, con sus luces y sus sombras; pero con la esperanza y la fe intacta en que, entre todos, debemos mejorarlo y sacarlo adelante, sirviendo al bien común.

Los procesos de maduración de los Estados-Nación son largos, la Independencia del Perú, del reino de España, se proclamó un día como hoy de 1821 y se consolidó con las batallas de Junín y Ayacucho en 1824; pero se inició, como señalan los historiadores, con la rebelión de José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II en 1780, un próspero comerciante que se levantó contra la Corona y concluyó con el advenimiento de una República que ha vivido épocas de crisis y estabilidad.

No toda la población peruana de aquella época, estaba convencida de que el mejor camino era el de separarse de España; un porcentaje temía la Independencia, como escribió, José de la Riva Agüero: “la guerra de 1820-1824 fue un combate civil entre dos bandos: el de los peruanos que apoyaron o se incorporaron a los ejércitos patriotas que llegaban de otras partes de Sudamérica; y el que constituyeron los peruanos que prefirieron seguir bajo la bandera de la Monarquía, liderados por unos pocos cientos de soldados profesionales españoles, y desconfiados de las tropas “invasoras” y extranjeras de “otros pueblos sudamericanos” que, a su entender, pretendían dominar, o incluso destruir, al Perú.”

También en esa época vivimos la polarización de opiniones y acciones sobre el camino que debía seguir nuestro país. Tal vez, por eso, San Martín, creyó que lo mejor para unificar el Perú sería el sistema monárquico encabezado por un Príncipe extranjero con autoridad sobre las élites; en definitiva, pensaba en un líder de mano dura que lo encontró en Bolívar, a quien le encomendó la tarea de sellar la independencia de nuestro país y de toda América del Sur.

Por otro lado, estas batallas que fueron lideradas por liberales y confesos masones, se enfrentaban a los pensadores que, rescatando el protagonismo de los libertadores, pedían que se reconociera también las raíces hispanas de la cultura peruana. Bartolomé de las Casas, el 28 de julio de 1846, dejaba sentado en un sermón de la Catedral de Lima que “los males del Perú eran consecuencia de la Independencia entendida como una revolución liberal y no como un proceso de emancipación nacional y que era necesario volver por la senda del orden y los valores hispano-católicos, base de la nación peruana.”

El Perú, fue uno de los últimos en independizarse, porque en su momento, junto con México, era uno de los dos virreinatos de España en ultramar; por tanto, había vivido su esplendor y un proceso de transculturización, a través de instituciones tan importantes como la Universidad Mayor de San Marcos, la decana de América.

Como bien lo expresó el historiador, José Agustín de la Puente: “El Perú llega a la Independencia por un pausado y firme recorrido humano en el cual cada persona, en su propia conciencia y en su momento, se adhiere a la causa de la separación de España. No es nuestra irrupción en la vida soberana consecuencia de un hecho portentoso u obra de un hombre genial; es fruto de una suma de voluntades dentro de la libertad que Dios concede a los hombres”.

¡Felices Fiestas Patrias!

Por: Fabiola Morales

(*) Ex Congresista de la República

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