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El propósito del voto de confianza

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Fecha Publicación: 21/02/2022 - 22:20
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Cualquier candidato puede ganar las elecciones, solo depende de la calidad de la campaña y del rechazo que produzca el candidato adversario en la segunda vuelta. Por ejemplo, un libertario radical, admirador absoluto de Hayek y de Mises, podría clasificar a la segunda vuelta si tan solo obtuviera en la primera un 15%. Si los dioses, y quienes manejan los hilos del sistema electoral detestan a su contendor, posiblemente un expresidente notoriamente corrupto y mentiroso, el fanático libertario probablemente ganaría una estadía de cinco años en Palacio de Gobierno con los gastos pagados.

Pero luego, disipados los festejos, los electores descubrirían que no comparten muchas propuestas libertarias, por ejemplo, en favor de entregar la seguridad ciudadana, la educación y los hospitales a los privados. Por supuesto, el nuevo presidente les recordaría que fue elegido por más de la mitad del electorado en segunda vuelta y, por tanto, el gobierno es enteramente suyo, dando por sentado que el Perú votó por su ideología, por su forma de comprender las necesidades de la sociedad.

Para eso precisamente está el voto de confianza establecido en el artículo 130 de la Constitución. Se trata de un instrumento importado del parlamentarismo europeo que, en coherencia con el sistema de dos vueltas electorales, le dice a nuestro nuevo presidente libertario que ha ganado solo por la debilidad de su contendiente en la segunda vuelta, que su apoyo real es el 15% de la primera votación, por lo que debe reunir en su gabinete a representantes destacados de las otras perspectivas ideológicas y programáticas afines, ampliando su base política hasta donde sea necesario para construir una mayoría parlamentaria propia. En la Europa parlamentaria, implica la necesidad de hacer verdadera política, de redactar un nuevo plan de gobierno concertado con los nuevos aliados, a fin de que, cuando el presidente del Consejo de Ministros solicite fecha y hora para exponer su programa y pida el voto de confianza a la Cámara, estén plenamente asegurados los votos, pues los grupos parlamentarios estarán representados políticamente en el nuevo gabinete.

El drama del último quinquenio ha sido desconocer la naturaleza del voto de confianza, pues la Constitución sí habla y hay que saber escucharla. Ignorar la necesidad de construir una mayoría propia en el Congreso y creer que se tiene el derecho de gobernar únicamente con los fieles y amigos del inquilino de Palacio, no solo constituye un grave error de lectura política, puede también polarizar la sociedad hasta conducirnos a una guerra civil.

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