¡El pueblo no hace las revoluciones!
Todo ciudadano, grupo político u ONG que instigue a atentar contra la vida y salud de civiles y/o uniformados, induciendo al pueblo a participar en violentas asonadas organizadas y/o financiadas por estos sectores para conseguir sus objetivos, arremetiendo criminalmente contra el Estado de derecho a nombre de una supuesta “justicia social para el pueblo”, debiera ser condenado a la pena de muerte.
Hablamos de miserables —como los caviares—, gentuza que destila e instiga odio contra todo aquel que no comulgue con sus ruedas de molino, amenazando a Juan Pueblo para que haga lo que ellos manden presuntamente en nombre de la “justicia social”. Empezando por exacerbar el encono contra las autoridades gubernativas, para que sea la poblada la encargada de “ajusticiarlas” como representante de una esotérica democracia.
Tal cual hizo el abyecto, despreciable “partido morado” de los Sagasti, Costas, Basombríos, etc., cuando orquestó aquella sanguinaria marcha contra Manuel Merino hasta conseguir la muerte de Inti y Brian como presea para culpar a Merino del “asesinato de dos jóvenes”. Hablamos de quienes indujeron al populorum a asesinar inocentes sin saber por qué, para forzar a Merino a renunciar y abrirle paso al taimado Sagasti hasta coronarlo presidente.
En un video que circula por las redes sociales, el entrañable expresidente Alan García pone de manifiesto la figura errada de que “el pueblo” es el que irrumpe en el escenario y crea revoluciones. “No existe cosa más falsa”, precisa García, “El pueblo no es quien hace las revoluciones. El colectivo nunca se mueve si no existe una élite. Wilfredo Pareto, padre de la teoría de las élites, sostenía que la historia es un cementerio de élites que se sustituyen unas a otras constantemente. La Revolución Francesa no la hizo el pueblo pobre de París, ni las pescadoras, los carpinteros, los artesanos. Ellos solo fueron el coro que gritaba cuando algo bueno había. ¡Primero estaban los nobles, quienes hacían la revolución! Después los abogados —escaladores sociales (Robespierre, Danton)—, los sacerdotes, nobles y finalmente los plebeyos.”
“Incluso ni Túpac Amaru, Gandhi, Abimael Guzmán, Fidel Castro, Lenin eran pobres”, Alan dixit, “Todos usaron al pueblo para salir a marchar por la revolución que querían. Cuando te digan ‘sal a marchar por tu revolución’, te convertirás en la carne de cañón de una élite que quiere emerger. Porque el pueblo nunca hace una revolución; es la élite emergente quien lo manda.”
El Perú no debe darse el lujo de más muertes por protestas sociales. Necesitamos reponer la pena de muerte como castigo para esos politicastros que provoquen algaradas violentas, a nombre del “pueblo” u otro pretexto, exacerbando maquiavélicamente a los ciudadanos inocentes a enfrentarse violentamente contra la autoridad de turno, encargada de defender los fueros del Estado de derecho, incluyendo proteger la vida y salud de los ciudadanos, autoridades electas, Fuerzas Armadas y Policía Nacional. En todos los casos, la ley deberá individualizar las responsabilidades penales de quienes, amparados por algún organismo público, mediático, sindical, social, fáctico, etc., induzcan al pueblo a imponer “justicia” con su propia mano.
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