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El que nada debe, nada teme

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Fecha Publicación: 31/05/2022 - 22:20
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Por Francisco de Piérola

Este refrán, acuñado tal vez por obra popular, sugiere que una persona que cumple con su deber, que es respetuosa de la ley y de las normas que regulan su actividad, no tiene motivo para preocuparse por la existencia de organismos que la puedan vigilar, investigar o juzgar. Por el contrario, quien se alarme ante la posibilidad de estar bajo la lupa, sugiere al público y al susodicho ente regulador, que algo escondido hay. O, por usar otro refrán: si el río suena, es porque piedras trae.

Por primera vez en la historia, el Presidente del Perú está siendo investigado durante su mandato. El nuevo fiscal, Pablo Sánchez, quien está superando holgadamente a su predecesora, Ávalos, decidió abrir una investigación preliminar en su contra por tres presuntos delitos: organización criminal, tráfico de influencias y colusión agravada. Las evidencias abundan y los escándalos semanales son más regulares que la misa del domingo.

Si seguimos esperando sentados a que sea vacado, se nos va a pasar la vida y el chanchullo estatal que se está cocinando en Palacio y sus tentáculos seguirá deteriorando la estabilidad económica y política del país. No contamos con los votos. Si a Betssy Chávez la retiraron de función con 71 votos, ¿cómo se puede esperar llegar a los 87 necesarios para expulsar a Castillo?

Es por eso que esta investigación es tan importante. Y la respuesta de Castillo dice mucho de su presunta culpabilidad. Sus abogados ya salieron a defenderlo con la elocuencia de la que él carece para asegurar una “persecución política”. La estrategia de la victimización, so pretexto de la humildad original de Castillo, ya genera una cacofonía. Solo espero no ser el único que piensa así y que los peruanos empiecen a indignarse realmente. Otros presidentes, vacados o forzados a renunciar, perecieron por mucho menos.

Es curioso cómo es que el sector progresista, que apoyó a Castillo por adjudicarse “memoria y dignidad”, hoy parece no importarle los religiosos escándalos semanales y la recordación aparenta ser selectiva, solo apareciendo cuando hay un brillo naranja. ¿Ya se olvidaron de Sarratea, de Villaverde, de los sobrinísimos, de “los niños”, del puente Tarata III, de Juan Silva, ministro de Trasportes con multas por hacer transporte informal o de Pacheco y su wáter valorizado en US$ 20 mil?

Es necesario recordarle a la población que la democracia tiene dos caras en una sola moneda. Por un lado, está el derecho a sufragio que nos empodera para elegir a nuestros gobernantes, pero en el otro está el deber de fiscalizar a nuestros representantes en el momento de su función. El derecho viene con deber. Punto.

Esto último es un llamado a todos aquellos que todavía están a tiempo de redimirse de sus pecados: haber puesto a Castillo en la casa de Pizarro. La única manera de sacarlo es si nos unimos todos. No sean mal perdedores y demuestren esa supuesta dignidad de la que tanto han alardeado.

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