“El que no es conmigo, contra mí es”
Agosto 2019, los peruanos tratamos de sobrevivir a la polarización política que atraviesa el pais. No está permitido mantener neutralidad al momento de opinar, ya que al toque ésta es tomada como signo de debilidad o acomodo, no se está permitido disentir con una u otra posición, porque instantáneamente se es víctima de una graneada artillería de insultos que lindan más de una vez con amenazas de muerte a quien(es) expresa(n) su opinión en el libre ejercicio de un derecho constitucional.
La polarización política ha cobrado tal nivel en el Perú, que bien se podría aplicar la frase bíblica de “El que no es conmigo, contra mí es”. Vale entonces que reflexionemos como sociedad de que estamos en el preludio de cumplir 200 años de la Proclamación de nuestra Independencia, nos rige una Constitución Política que garantiza la libertad de expresión y de opinión como un derecho fundamental de las personas, por lo cual su ejercicio no debiera hacernos objeto de discriminación o represalia.
Si algo nos ha enseñado la historia universal es que toda polarización nos lleva a la destrucción, máxime si esta es política, porque se tiene que por más democracia que creamos estar viviendo, la intolerancia de quienes ejercen el poder político o determinados medios de comunicación, exaltando las posiciones antagónicas en los actos cotidianos de la vida en sociedad o de las decisiones de gobierno, o acallando sus voces de crítica, que en democracia son válidas y necesarias (siempre que no se lesione la dignidad de las personas), nos conduce a un país más y más irracional donde se institucionaliza la mediocridad, la ignorancia, el fanatismo, la conveniencia.
Así las cosas en el Perú, por ejemplo, ay de aquel que se exprese en contra del adelanto de las Elecciones Generales propuesto por el Gobierno (en lo personal, yo lo estoy) para salir de la crisis política de enfrentamiento entre poderes del Estado, o que ose criticar los audios del presidente Vizcarra con las autoridades de Arequipa en el caso “Tía María”, donde se percibe al Estado versus el Estado, para que prácticamente sea puesto en una especie de “congeladora” por los principales medios de comunicación; así como también, ay de aquel que opine a favor de las reformas políticas promovidas por este poder del Estado o respalde la performance de fiscales y jueces anticorrupción del país, para que de “comunista, tira piedra, rojete, caviar, etc.” no pases.
Basta de posiciones extremistas, pareciera no haber lugar para opiniones intermedias, moderadas, por las cuales podamos avanzar más lejos sin desangrarnos, sin dejar de vernos como un Estado Unitario; démonos cuenta que estamos allanando el camino a propuestas anárquicas o autoritarias que nos llevarán directo y sin escala a un desastre social.