El recuerdo y el olvido
Todos los días, cuando regresaba de clases durante mi infancia, pasaba por un colegio y me llamaba la atención. Durante ese corto viaje en carro con mi mamá y mis hermanos miraba siempre por la ventana, pero ese colegio era el que más atraía mi mirada. Las lunas de las aulas, que se veían desde la calle, tenían una “X” dibujada. O al menos así pensaba. Eran los años 90.
“Qué raro”, pensaba yo. No se veía bonito, pero definitivamente desentonaba del ornato de los otros colegios de Miraflores por los que pasábamos en nuestro corto viaje en carro. Incluso mi colegio tampoco tenía esa distinción con masking tape en las ventanas. Un día, finalmente, le pregunté a mi mamá por qué tenía ese estilo. “Es por el terrorismo”, me dijo.
No entendí bien el mensaje. La respuesta no había sido clara para mi curiosidad de 7 años, pero sentí en la voz de mi mamá una seriedad lúgubre. Había alerta en su voz. Había recuerdo. Había miedo. Debe haber sido el año 95 y al terrorista Abimael Guzmán lo habían atrapado hacía apenas 3 años.
Yo no recuerdo mucho del terrorismo. Tenía 4 cuando ocurrió el atentado de Tarata y 4 también cuando meses después capturaron a un señor cuyo nombre no sabía en el año 92, pero eso no significa que no existió. No se necesita ver para creer, como exigió Santo Tomás. Solo se necesita escuchar. Pero hay que saber a quién escuchar, porque la historia mal contada es dejarle la puerta al mal para que se repita.
Hoy somos libres de aquel terrorismo gracias a la valentía de aquellos que dieron su vida para preservar nuestra libertad. Pero el tiempo peruano es ingrato con muchos de nuestros héroes. Es ingrato con la verdad. Se desentiende del horror del pasado faltándole el respeto a quienes padecieron el dolor.
Si la memoria personal no es suficiente para llevar consigo el recuerdo de nuestra historia, es la colectiva la que debe suplir la necesidad para evitar el olvido.
Los 12 de setiembre se celebra “La Captura del Siglo”. El día en que fue apresado el máximo enemigo que ha existido en la historia del Perú: el cabecilla terrorista Abimael Guzmán.
Recordemos todos los años este día. Entendamos quiénes fueron parte de la exitosa Operación Victoria. Sepamos quién era Sendero Luminoso y el daño que le hizo al Perú. No busquen racionalizar las intenciones de un villano. No merece nuestra empatía. No busquen amor donde solo hubo destrucción. ¡Terrorismo Nunca Más!
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