El relativismo cultural
El ser humano trasciende no sólo por administrar conocimientos científicos, sino especialmente por el cultivo y la defensa de valores. Eso se refleja en su cultura, que, si bien puede ser vista como un bien individual, es, en su suma, un valor colectivo.
Mucho antes que el bávaro Einstein, nacido en la ciudad de Ulm del estado alemán de Baviera, nos informara sobre la teoría de la relatividad en el campo de la Física, ya otros intelectuales alemanes plantean en materia de las ciencias sociales, una teoría igualmente revolucionaria: la de la relatividad cultural.
El sociólogo alemán Boas -que igual que su paisano Einstein adquiere luego la nacionalidad estadounidense- sugiere que es errónea la idea de considerar superiores a algunas culturas. Esto es quizá lo que más nos interesa a los peruanos.
Nuestro país ha albergado desde hace muchos siglos tan diversas culturas, como distintos fueron los ámbitos geográficos o circunstancias históricas en que las mismas se desarrollaron. Sería de interés analizar si ello contribuyó a la tolerancia de otras culturas lejanas, como la occidental cristiana, con la que el Perú autóctono convive hasta ahora, aunque no siempre armoniza.
El relativismo cultural nos advierte de que nuestras tendencias e inclinaciones están condicionadas principalmente por lo que hemos aprendido en el medio social propio. En efecto, las culturas tienen valores y preceptos propios que se desarrollan dentro de sus necesidades locales, más que por la tendencia a intercambiarse con otras culturas.
A veces, solo luchan por su afirmación frente a otras o se complementan. No obstante, debemos mantener una postura accesible, dejando de lado la presunción de que solo lo que nosotros pensamos -y hacemos- es lo correcto.
Hay diferentes formas de pensar, así como de actuar dentro de las culturas: Nietzsche se basa en el relativismo cultural para resaltar el valor de la ética. Esta puede ser un denominador común para intercambiar con otras culturas. En todos los pueblos civilizados el matar a otro, o el mentir, son hechos reprobables.
Hay quienes confunden cultura con civilización y llegan a afirmar que son sinónimos. Para mí cultura es una base indispensable que fundamenta la existencia de una civilización y esta misma puede albergar varias culturas.
Es así que hoy en diversas partes del mundo se habla de lo multicultural o pluricultural. En definitiva, la civilización se evidencia cuando detrás de ella hay una sistematización organizada no solo de valores y preceptos, sino de acciones que hacen que el ser humano pueda vivir en forma armónica con otras sociedades organizadas.
El haber nacido y vivido en distintas culturas, así como en las más avanzadas civilizaciones –en países capitalistas, comunistas, desarrollados y subdesarrollados- fortalece mi convicción sobre valor especial y vigencia de las normas de convivencia que ha recogido el Derecho Internacional, así como a la existencia de juristas e internacionalistas que las interpreten y promuevan. Los que deberían recibir cada vez más reconocimiento en nuestro país.
La cultura está asociada al prestigio de una nación. Por ello se habla también de diplomacia cultural, en razón de que facilita el intercambio y la comprensión mutua. Es una asignatura aún pendiente en el Perú la promoción de los libros y sus autores.
No solo es labor de las Comunas o de un Ministerio. Muchos de estos escritores que son mensajeros culturales de buenas ideas, radican en el exterior. La Cancillería debería tener un Fondo Editorial -como lo tiene el Congreso de la República- y promover a través de sus casi doscientas misiones en el exterior libros.
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