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El retablo de los ilusos

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Fecha Publicación: 30/07/2022 - 22:50
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Tomo el título de una querida novela urbana de Francisco Vegas Seminario, cuya versión de la editorial Tawantinsuyo de 1960 llamó mi ánimo de leerla tentado por su llamativa carátula: una composición retablística de los portales de la plaza San Martín con variadas figuras sociales, desde los encopetados y encopetadas aristócratas, pasando por los militares hasta una dama migrante. Todos viendo casi con indiferencia las manifestaciones de protesta que suelen realizarse en esa área de la capital.
62 años después, el rol de los ilusos contemplativos sigue siendo el mismo. La acción no está hecha para ellos. Abrazan la inercia como mecanismo inexorable del cambio y –más allá de las bravatas, las proclamas, los soponcios y las rasgadas de vestiduras– creen que la pluma es más poderosa que la espada o que el verbo encendido se hará carne y habitará entre nosotros.

Me resulta increíble, por ejemplo, la pasividad con que hasta la fecha se procesa el reportaje de Américo Zambrano de la revista Hildebrandt en sus Trece. Reportaje basado en pruebas y audios donde se aprecia cómo el subsecretario general de la Presidencia de la República, Beder Camacho, busca empatía con el periodista para darle rienda suelta a una campaña mediática demoledora contra la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, impulsora de cinco diligencias investigadoras a Pedro Castillo Terrones.

Lo revelado por Zambrano tiene igual o más megatones políticos que el video Kouri-Montesinos de setiembre de 2000. Una clara evidencia de la articulación mafiosa y criminal imputada por Benavides y que tiene como cabecilla a Castillo. Suma pistas clarísimas hacia un miembro del entorno del jefe del Estado que ya soporta sobre su pasivo moral haber intervenido en los ascensos remunerados dentro de la policía y facilitado la evasión a la justicia del ex secretario general Bruno Pacheco, buscándole refugio según lo ha dicho al Ministerio Público el mismo Pacheco.

Pero a diferencia del impacto y difusión del video Kouri-Montesinos, ahora lo de Camacho es una noticia casi superflua, una raya más al tigre, un “dicho” como suelen calificarlo ese vomitivo elenco de felpudos ministeriales integrado por Aníbal Torres, Alejandro Salas, Roberto Sánchez y Félix Chero. Los ilusos todavía quieren la pistola humeante o el video donde Castillo se baña en dólares.

Y el retablo se completa con los jacarandosos parlamentarios autodenominados de oposición que disfrutan whisky, pisco sour y vinos junto Dina Boluarte en el palco principal del Jockey Club, convocados a ver el clásico Independencia de la República. Una bofetada (en aras del protocolo hipócrita) a la moral rebelde del pueblo indignado que salió a las calles en protesta contra el veto al comando Chavín de Huantar y al GEIN para desfilar el 29 de julio. Un hándicap a la cómplice Boluarte, un barniz de cortesía a quien cubre con sus disparates al jefe de la organización criminal.

Mientras no se caiga este retablo, nunca caerá Castillo.

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