El retorno de la Santa Inquisición
Patricia Benavides ha sido destituida por la Junta Nacional de Justicia, justo dos semanas antes de cumplir sus seis meses de suspensión. Para algunos este acto ha sido irregular porque antes, el Congreso, debió aprobar acusarla constitucionalmente. Para otros, que buscaban mantenerse atornillados en sus cargos, ha sido motivo de celebración porque podrían cumplir su sueño de recuperar el control del Ministerio Público, lo que sería un justo “premio” a su mediocridad.
Existe una perversa costumbre de desacreditar y “empapelar” a quienes, habiendo sido elegidos o designados para conducir nuestras instituciones, se atrevan, en el ejercicio de sus funciones, a afectar los intereses de grupos de poder enquistados en su interior.
Las serias denuncias de Jaime Villanueva involucran a la exfiscal de la Nación, a Gorriti y otros fiscales, pero sólo en el caso de Benavides, sin haberlas corroborado, han sido tomadas como ciertas por la JNJ y sirvieron para suspenderla, ahora también para destituirla apresuradamente como Fiscal Supremo.
Pareciera que un oscuro poder, al sentirse amenazado, se habría valido de la JNJ como una herramienta para destituir a Benavides, una fiscal que les resultaba incómoda cuando perseguía, investigaba y denunciaba constitucionalmente la corrupción de quienes ejercen poder. Pedro Castillo había sido una clara muestra.
Nuestro controvertido sistema de justicia, el Poder Judicial y el Ministerio Público, enfrentan pugnas internas que los desestabilizan y en un afán de supervivencia confrontan con el Ejecutivo que los quiere someter y el Legislativo que pone las reglas de juego. Hasta ahora esta dupla con sus investigaciones, acusaciones, allanamientos y sentencias trata de imponerse buscando judicializar la política.
La JNJ es un órgano de justicia autónomo que, sin ser un poder del Estado, pone en manos de siete personas la potestad de nombrar, sancionar y destituir a jueces y fiscales, sin distinción. También se le confirió el poder de nombrar y ratificar a los jefes de ONPE y RENIEC. Su poder es inmenso y preocupantemente peligroso.
Se especula que la JNJ, en manos del poder caviar, podría convertirse en la “Santa Inquisición”, iniciando una “cacería de brujas” utilizando sus sometidos fiscales y jueces, para perseguir a los “herejes” que se opongan a sus mandatos o para santificar sus delitos.
La JNJ parece un titiriteado pulpo de la justicia. Al destituir a la exfiscal de la Nación mostró que puede perder tentáculos, pero con los que tiene le basta y sobra para que, antes de culminar su “mandato”, tenga entre sus ventosas a los adversarios del poderoso cefalópodo que lo controla. Este se puso el sombrero del encarcelado ignorante y el gorrito de palomilla defendiendo a Odebrecht usando la información que tendría de los gobernantes de turno y fiscales que tiene atrapados en sus tentáculos.
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