El retroceso proteccionista de Estados Unidos pone en riesgo su economía

Las políticas propuestas por el reelecto presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han desatado preocupación tanto a nivel interno como internacional. Sus planteamientos no solo contradicen principios fundamentales que han definido históricamente a la nación, como la ciudadanía por nacimiento, sino que también evidencian una inclinación hacia el proteccionismo económico. Este enfoque amenaza con debilitar la ya menguante hegemonía global de los EE. UU.
En el Foro Económico Mundial de Davos, Trump anunció que los países interesados en comerciar con Estados Unidos deberán establecer fábricas en su territorio o enfrentar elevados aranceles. Este tipo de medidas, lejos de fomentar un clima favorable para la inversión extranjera mediante incentivos tributarios —como ha ocurrido con éxito en países como Costa Rica—, exponen a aislar a Estados Unidos de un mercado global cada vez más interdependiente.
El proteccionismo, además de desalentar la llegada de empresas extranjeras, pone en entredicho la capacidad del país para mantener su liderazgo económico frente a competidores como China y la Unión Europea. Aunque Estados Unidos sigue siendo el mayor mercado del mundo, otros mercados emergentes están preparados para suplir su impacto, especialmente cuando las condiciones para negociar con el gigante norteamericano se tornan desfavorables.
Esta política también está deteriorando las relaciones con los aliados tradicionales de Estados Unidos. Las imposiciones económicas están llevando a que estas naciones busquen alternativas fuera de la esfera de influencia estadounidense, lo que abre la puerta a economías como la de China. El gigante asiático, a través de inversiones estratégicas y acuerdos comerciales, continúa posicionándose como un actor determinante en la economía global, consolidando su influencia en regiones clave.
La intervención del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, durante el mismo foro en Davos, ilustra este cambio en el panorama internacional. Zelensky llamó a una Europa más independiente, tanto económica como militarmente, con el objetivo de reducir su dependencia de Estados Unidos. Este tipo de declaraciones subraya cómo las dinámicas de poder global están evolucionando, mientras la influencia de Washington sobre sus aliados muestra señales de desgaste.
Otro elemento que podría acelerar este proceso es la reciente introducción de una criptomoneda impulsada por Trump. Aunque esta iniciativa ha fortalecido la fortuna personal del mandatario, plantea riesgos significativos para la estabilidad del dólar, cuya preeminencia como moneda global ya está en declive. Varios países han comenzado a prescindir del dólar en el comercio de petróleo y otros recursos estratégicos, debilitando su papel histórico en la economía internacional. La nueva criptomoneda, lejos de responder a los intereses nacionales, parece orientada a favorecer intereses particulares, acentuando las tensiones internas y externas.
A pesar de las críticas, estas políticas cuentan con el respaldo de un sector del electorado que las interpreta como una muestra de fuerza en la negociación internacional. Sin embargo, en un mundo cada vez más multipolar, donde el liderazgo estadounidense ya no es absoluto, este enfoque no solo es poco realista, sino que además erosiona las bases de su poder económico y político.
Las decisiones proteccionistas y la falta de visión estratégica en un contexto global dinámico colocan a Estados Unidos en una posición vulnerable. Mientras otros actores como China y Europa fortalecen su presencia internacional, la postura aislacionista del gobierno de Trump podría relegar al país a un segundo plano, limitando su capacidad de influencia y debilitando su economía frente a un futuro incierto.

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