El rol de los funcionarios públicos y el real desarrollo del Perú
Ocupar un cargo en la administración pública implica tener vocación de servicio, y ¿qué es la vocación de servicio? Es la predisposición de las personas por ejercer una determinada profesión, por la que sientan una motivación especial y para la cual cuentan con las condiciones, actitudes y aptitudes necesarias. Tener vocación nos permite realizar nuestras actividades con entusiasmo y entrega, pues no representan una carga adicional, al contrario, nos sentimos a gusto, inclusive, sin pensar en la recompensa.
El estudio ‘Características del Servicio Civil Peruano 2022’, elaborado por la Autoridad Nacional del Servicio (Servir), detalló que al finalizar el 2022, Perú tenía 1 millón 531 mil 182 servidores civiles para atender la demanda de servicios de cerca de 34 millones de peruanos.
¿Por qué es importante esta información? Porque los funcionarios públicos cumplen un papel crucial en el desenvolvimiento normal de un país. Si actúan honrada y eficientemente se lograrán los avances según las metas trazadas, tanto a nivel distrital, provincial, regional y nacional; los trámites serán más rápidos al igual que la ejecución de las obras y se hará un uso eficiente y óptimo de los recursos. Todo esto impactará en beneficio de los ciudadanos.
Sin embargo, la realidad nos muestra que muchas veces ingresan al aparato público personas sin las capacidades y experiencia necesarias, incluso desplazando a profesionales y técnicos preparados, dañando la eficiencia del Estado e interrumpiendo la continuidad de políticas públicas que han demostrado ser exitosas.
Todo esto daña las expectativas de los buenos profesionales quienes al saber que su permanencia está sujeta a los vaivenes políticos, deciden emigrar a la actividad privada; y también la de la mayoría de peruanos quienes piensan que todos los funcionarios públicos son corruptos e ineficientes.
En un contexto en el que se necesita crecer al menos en un 5% –se proyecta que la tasa sea de 3% este 2024–, los funcionarios públicos deben entender e interiorizar que el fin supremo de su trabajo cotidiano es servir al país, a los ciudadanos; encauzar los trámites y permisos por el camino legal y de la forma más eficiente posible. La optimización en el uso de los recursos del Estado debe ser su mantra y los indicadores de gestión el camino a seguir.
Necesitamos una burocracia muy bien capacitada y mentalizada para el real servicio al ciudadano, y como sostenía Jan Carlzon –alto ejecutivo sueco– pasar la prueba del ‘momento de la verdad’ es el preciso instante en que el cliente (en este caso el ciudadano) se pone en contacto con la persona que presta el servicio, y sobre la base de este contacto, se forme una opinión de la calidad del mismo. El reto va más allá y aparte de la percepción que se pueda tener, esperamos reales avances que mejoren las vidas de las personas.
A pocas horas del mensaje de la presidenta Dina Boluarte por Fiestas Patrias creo que es hora que dejemos de soñar. Podemos tener presidentes, ministros, alcaldes, gobernadores regionales, directores, etc con las mejores intenciones y los más innovadores planes, dictando medidas concretas a favor de la recuperación económica y del desarrollo del país, pero nada se hará realidad si el actuar de nuestros funcionarios públicos no va acorde a lo que un Estado moderno y competitivo necesita: integridad, eficiencia, vocación de servicio y sentido de urgencia.
Gran parte de la transformación que el país requiere pasa por sus manos. Si el sistema no funciona con la eficiencia que se necesita, seguiremos padeciendo este vía crucis y el tan ansiado desarrollo y mejora de oportunidades que todos los peruanos nos merecemos será una simple utopía. El momento del gran cambio es hoy. No podemos esperar más.
(*)Presidente de la Asociación de Exportadores (ADEX)
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