El rumbo incierto del Perú
Hace unos días mientras me desplazaba a un punto de nuestra endiablada ciudad de Lima y padeciendo los clásicos y sudorosos embotellamientos, advertí que el tiempo de espera para cruzar una intersección se estaba excediendo demasiado, y lo incomprensible era que ese cruce no dependía del semáforo que se encontraba óptimo y operativo, dependíamos del criterio draconiano de tres mujeres policías y su poder discrecional, la espera fue tediosa e incómoda, pero lo más criticable fue ver a dos de ellas usando sus audífonos o hands free y en simultáneo dirigir el tránsito y mantener sus alegres diálogos por celular, completamente desconcentradas e indiferentes al caos vehicular reinante, pensé, es el casco que usan lo que incide en la calidad de sus decisiones, es su formación incipiente al salir de la escuela de la policía, es su educación secular previa, no encontré una respuesta satisfactoria.
¿Qué nos falta para tomar decisiones de calidad? ¿Cuánto dependemos de las capacidades profesionales y la pericia suficiente para hacerlo? ¿Con qué cuidado discernimos al momento de tomar decisiones y si realmente nos enfocamos en medir las consecuencias que estas acarrean al momento de ejecutarlas?
Me causa gran impotencia no saber de qué están adoleciendo las mujeres y hombres que toman decisiones en el Estado, lo hacen para millones de peruanos, todos sabemos que la eficiencia dentro del sector público es fundamental para lograr un Perú competitivo y desarrollado y con ello mejorar los salarios y la vida de la gente, sin embargo no está funcionando esta receta, seguimos teniendo más pobreza y desempleo, cada vez nuestro país se va desfigurando en una realidad de inseguridad y delincuencia más sanguinaria y temida, transitan burócratas en los puestos claves y decisorios y nada cambia, las inversiones siguen decreciendo y las estadísticas escondidas deliberadamente del INEI por el Ejecutivo desnudan nuestra triste y patética condición, estamos peor.
¿Por qué no podemos recuperar el rumbo perdido? Un eje cardinal que ha colapsado vergonzosamente en nuestro país es la potencia del ejemplo de quienes están llamados a ser los espejos de la nación, con vidas decentes y ejemplares, conductas probas y escrutables, eficientes y laboriosos, liderazgos comprometidos al servicio de su pueblo, un ejemplo, comparemos las bacterias que tenemos en el Poder con un antídoto llamado Nayib Bukele y su incuestionable resultado de El Salvador.
Para salir adelante como país, métanse en la cabeza, lo vamos a lograr si dejamos de ser los alcahuetes de gente nacida corrompida como Dina Boluarte, Martín Vizcarra Cornejo, Lagartija Ávalos, los Congresistas, la JNJ, los fiscales como Domingo y Rafael, mercenarios como Gustavo G. y Cía., los medios de comunicación que se han convertido en las cloacas de la verdad y así mantener aceitados sus chantajes, con gente de esta calaña no la hacemos.
Definitivamente el problema no estaba en el casco de las policías, el problema radica en toda la basura que arrastra el huaico de la realidad de nuestro pobre Perú, lamentablemente han atrofiado las arterias de las buenas decisiones y la conciencia de la nación, cada vez vemos menos remordimiento en los corruptos, menos pesar en los asesinos, menos dignidad y severidad en los peruanos, lo que sí vemos, es más desesperanza, más orfandad, más hambre de alimentos en la boca y más, mucha más justicia en el alma.
He dicho.
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