El sedicioso Aníbal Torres
El revoltoso Aníbal Torres Vásquez, amable lector, es un sujeto que se paseó por todo el Perú malversando dinero fiscal para soliviantar a las poblaciones en cada una de las ciudades que visitaba, incitandoles -con arengas incendiarias- a que se preparen para alzarse en armas (piedras, huaracas, bombas Molotov, etc.) si el Congreso se atrevía a vacar al golpista, híper corrupto Pedro Castillo.
Según Torres, el destituido Castillo “no dio un golpe de Estado, porque no es posible hacer un golpe de Estado sin las Fuerzas Armadas”. Y lo justifica con el argumento que él mismo, en compañía de otra golpista -como es Betssy Chávez Chino-, estuvo presente en aquel salón de palacio de gobierno desde donde Castillo leyó el mamotreto que –más que presumiblemente- elaboraran Torres y Chávez. ¡Porque Castillo es incapaz de articular, coherentemente, una frase! “Yo (Torres) le pregunté al (entonces) presidente Castillo si es que había coordinado con las FFAA. Me dijo: “¡No! ¡Yo no sé nada!”. Acaso soplándole la plumita a Torres, quien, repetimos, en su papel de primer ministro es posible que haya sido el autor del texto que leyera el ágrafo Castillo. “Si no ha habido dicha coordinación; si tampoco hubo participación de las FFAA, ¡no hay golpe de Estado!”, alega campante este personaje que fungió de premier. “Habrá existido un golpe, pero sólo para el Congreso y para la prensa”, acota además este presumido sujeto que le ha producido un estremecedor daño al Perú, en su rol de amargado primer ministro además de infame asesor. Consecuentemente la Justicia deberá procesarlo con severidad, por haber instigado, promovido y/o por ser coautor intelectual de aquella revolución armada que ha estallado en diferentes puntos del Perú, respaldada por sendero luminoso y financiada por amigotes rojos de Torres/Castillo como López, Maduro, Petro, Morales, Arce y Boric. Líderes extranjeros seducidos por la alma pirómana de Torres y Castillo, que convenció al populacho asistente a decenas de “consejos descentralizados de ministros”, usando dinero del Fisco para incitarlos a convertirse en mártires decididos a diezmar sangrientamente a la oposición.
Obviamente aquellas eran asambleas de adoctrinamiento para urdir una cruenta y mortífera insurrección armada. El objeto no era otro que instigar al pueblo a alzarse en armas vía una “guerra civil”, adonde las huestes dirigidas por Torres/Castillo encarnarían al “sufrido pueblo” demandando asamblea constituyente; clausura del Congreso, adelanto electoral y libertad para Castillo; mientras la derecha defendería al Congreso y mantendría prisionero a Castillo.
Temerariamente, Torres y Castillo ignoran aquellas setenta carpetas mediante las cuales la Fiscalía le imputa a Castillo setenta delitos de corrupción. A ellas se sumará otra, que les asignará a ambos la condición de autores intelectuales de un golpe. Por estas razones, Torres intentará exculpar a Castillo de haber atentado contra la Carta. Porque es consciente de que, si fracasa su estrategia, él y Castillo pasarán el resto de sus días musitando en alguna cárcel, pudriéndose como instigadores de un golpe de Estado, además de cómplices en la corrupción.
¡Y este par de miserables quería robarnos el país, amable lector!
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.