El segundo mandato de Trump

A menos de 20 días de asumir nuevamente el cargo de Presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump domina las noticias con comentarios desaforados sobre países de su entorno inmediato.
Comencemos con Canadá, su vecino del norte y aliado tanto militar como económico. La frontera entre Estados Unidos y Canadá ha sido siempre pacífica, desde el Atlántico hasta el Pacífico, en la cual ambos países han desarrollado actividades recíprocamente provechosas. Sin embargo, ante el anuncio del Presidente Electo Trump de que su gobierno impondría tarifas del 20% a los productos canadienses, el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, reaccionó señalando que esa medida violaría el Tratado de Libre Comercio que vincula a los dos países. Ante esa protesta, al Presidente Electo Trump no se le ocurrió decir nada mejor que Canadá podía evitar ese impuesto convirtiéndose en el 51° Estado de la Unión.
Uno se pregunta: ¿qué objeto tiene burlarse de Canadá con un comentario sarcástico que humilla su identidad nacional? Evidentemente, es una pregunta que deja un mal sabor gratuita e innecesariamente.
Pasemos a México, el vecino del sur de los Estados Unidos, al que Trump le atribuye la responsabilidad de llenarlo de indeseables inmigrantes ilegales. Es evidente que Trump no simpatiza con México, pero lo dice de una forma también humillante y vejatoria para ese país. Sin embargo, ahora Trump se aprovecha de una situación real en la que Estados Unidos tiene una justificada preocupación: la existencia en México de una o más fábricas de la droga “fentanilo”, que es un fármaco que puede causar graves daños a las personas al tener un efecto 100 veces más potente que la morfina. Es evidente que se trata de un tema que interesa a los dos países porque ese producto puede ser y, de hecho, es utilizado en ambos lados de la frontera.
No obstante, ¿cabe admitir que con el pretexto de considerar terroristas y narcotraficantes a quienes lo venden, Trump autorice el bombardeo de los lugares en México donde se ubican tales fábricas? Estaríamos frente a una agresión militar pura y simple, quizás peor que la agresión rusa a Ucrania, por cuanto el gobierno norteamericano puede desarrollar una gestión diplomática para que el gobierno mexicano cierre esas fábricas mediante acciones policiales y judiciales.
Y ahora descendamos un poco más al sur, a la República de Panamá, cuyo gobierno, de conformidad con el Tratado Torrijos-Carter de 1977, opera y administra el famoso canal que los Estados Unidos construyó durante las dos primeras décadas del siglo XX. En este caso, Trump se lamenta de una supuesta infiltración de la República Popular China en la administración del Canal de Panamá, con grave peligro para la seguridad estratégica de los Estados Unidos y que, además, cobraría tarifas ridículamente caras a los barcos de bandera norteamericana.
En este caso, el Presidente Electo Trump ha expresado su voluntad de ocupar el territorio panameño con el objeto de administrar el Canal tal como fue antes del Tratado Torrijos-Carter, cuando el territorio panameño era, además, la sede del Comando del Sur del ejército de los Estados Unidos. ¿Una agresión militar más ad portas? No lo puede afirmar categóricamente, pero, sin duda, es una pésima señal.

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