El sentido común y la compostura personal esperados
Lamentable espectáculo tuvo lugar ayer en la sede del Ministerio Público (MP), concretamente en torno al despacho de la Fiscalía de la Nación (FN), que es la máxima autoridad de ese organismo constitucionalizado.
Lo que debía resolverse con altura, ponderación y mínimo respeto a la institución y a las personas –de todo nivel y función– que la integran y representan las atribuciones y deberes que la Constitución Política y las leyes de la República prevén, se convirtió en una penosa jornada en que la defensa del imperio de la ley resultó ignorada o, más bien, burlada.
No se necesita ser abogado, menos especialista en alguna de las ramas del Derecho; basta solo el sentido común para entender que, si en mayo de 2024 la Junta Nacional de Justicia (JNJ) destituyó a la entonces fiscal de la Nación, P. Benavides Vargas, por supuesta inconducta cometida como presidenta del Ministerio Público, perdiendo también su condición de fiscal suprema, y hace unos días la misma JNJ –integrada por miembros que asumieron a inicios de este año– decide dejar sin efecto lo que su similar había aprobado y retrotraer los hechos al estado anterior a la primera decisión, el resultado es muy simple: la entonces fiscal suprema y FN Benavides ha recuperado de pleno derecho su condición de fiscal suprema y de FN.
No se necesita ahondar en aspectos como aquellos referidos a si la primera decisión, la tomada por la anterior JNJ, fue o no resultado de un procedimiento exprés e invalidada por la intervención de dos magistrados –Tello de Ñecco y Vásquez– que habían sido destituidos por el Congreso de la República y repuestos por una orden judicial cuestionada y cuestionable. Tampoco si la FN Benavides había o no cometido inconducta.
Es más, resulta claro que, si en octubre de 2024 la Junta de Fiscales Supremos eligió como nueva FN a la fiscal suprema D. Espinoza Valenzuela, ello fue debido a que hubo necesidad de llenar el cargo que había quedado vacío como consecuencia de la destitución de su antecesora.
No tienen razón alguna –salvo afán de confundir o defender intereses creados ajenos a una sana administración de justicia– quienes, en 2024, saludaron la destitución de la FN Benavides y hoy braman al cielo alegando irrespeto a la autonomía del MP o incluso a los valores democráticos, cuando la actual JNJ decide restituir a la FN Benavides argumentando violación al debido proceso en el proceso disciplinario al que estaba y sigue estando sometida.
Sentido común y compostura son necesarios.
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