El silencio de la corrupción

No olvido las clases de mi profesor de Ética Jurídica en la maestría, cuando nos explicaba la diferencia entre lo moral y lo legalmente correcto mediante un ejemplo: si supieras que tu hijo atropelló a una mujer embarazada, provocándole la muerte, ¿lo encubrirías o lo entregarías a la policía? Ante tan difícil pregunta, recuerdo que pocos respondieron, y solo algunos aseveraron que sí lo entregarían. Pero la pregunta se tornó más difícil cuando nos puso en la siguiente situación: y si fueras un funcionario público con un alto cargo, ¿entregarías a tu hijo a las autoridades? Fue inevitable, nos quedamos en silencio.

Qué difícil nos resulta a veces hacer lo correcto; obviamos reglas básicas de convivencia como cumplir nuestro deber y respetar los derechos de los demás. Toleramos la “sacada de vuelta” a la ley. Sentarse en el asiento reservado para los adultos mayores, parquear en la zona de personas con discapacidad, evadir impuestos con empresas fantasmas, darle un “incentivo” al secretario de juzgado para que interponga “sus buenos oficios” en ese proceso judicial que solo ganarás “a la mala”. Hemos perdido la capacidad de indignarnos, y muchas veces guardamos silencio. Y nos preguntamos, ¿por qué tanta corrupción?.

El daño patrimonial causado al Estado por la corrupción y la inconducta funcional es alarmante y afecta principalmente a personas de escasos recursos de las provincias más pobres de nuestro país. Según datos de la Contraloría, en el 2021, el Índice CGR de corrupción reveló el incremento de las pérdidas por corrupción a más de 24 mil millones de soles, lo cual representaba el 13.6% del presupuesto anual ejecutado, afectando el acceso a servicios básicos y el desarrollo de obras de infraestructura en sectores importantes como Transportes y Comunicaciones, Educación y Salud.

Este gobierno no tiene la intención de revertir esta situación pues insiste en nombrar personas sin capacidad profesional ni ética para puestos de decisión en los ministerios. Además, se encuentra cuestionado por casos de corrupción que involucran directamente al Presidente y a su familia. Uno de ellos, el presunto ofrecimiento de una obra de saneamiento al poblado de La Succha en Cajamarca por parte de Yenifer Paredes, la hermana de la primera dama, Lilia Paredes. En el video, materia de la denuncia, se aprecia a Yenifer vestida con el chaleco de una empresa constructora afirmando que “el perfil de la obra ya está aprobado”.

Qué difícil es hablar de honestidad y de transparencia cuando se apela a la ciencia jurídica para enmascarar la impunidad. A la fecha, Yenifer no se ha presentado a dar su declaración y la primera dama al ser interrogada por la Comisión de Fiscalización prefirió “abstenerse a declarar”, vulnerando con su silencio nuestro derecho a saber la verdad. Lo cierto es que su derecho a guardar silencio no se contrapone a su deber de colaborar con la justicia como la esposa del más alto funcionario de la Nación, más aún si se trata de combatir la corrupción.

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