El silencio de los culpables
El que calla, otorga. Cuando pienso en Pedro Castillo dentro de Palacio de Gobierno, veo a un hombre con una buena porción de salame en su mesa, una bonita faja presidencial para hacerlo sentir poderoso y elegido por el pueblo, preguntando al par de saltimbanquis que tiene como abogados: “¿qué voy a decir en la Fiscalía?”
“¡Soy inocente!”, piensa Castillo, mientras se dirige, a pie, hacia al despacho de la fiscal de la Nación en la sede principal del Ministerio Público, creando la pieza mediática de la que el jefe de Estado dice no ser parte. Mientras trata de convencerse a sí mismo -al estilo de Fujimori- de que es inocente, los que aún se identifican con él esperan que su presentación sea lo suficientemente contundente para callar la boca a los “golpistas” y “vacadores enemigos del mundo andino”.
Pero, no. Pedro Castillo, al igual que en el verecundo mensaje a la Nación del pasado 28 de julio, en el que habló mucho y aburrió al Perú completo, frente a la fiscal de la Nación demostró exactamente lo que un hombre asustado y acorralado hace: abrazar el salvavidas momentáneo del silencio. El silencio de los culpables. Un mensaje de silencio enviado directamente a los prófugos y a los que cayeron. ¿Qué pretende Castillo con esta estrategia? Lograr más tiempo para disfrutar lo que se siente ser el presidente de un país. Retrasar y obstaculizar -al mismo estilo de Keiko Fujimori y Alan García- las cinco investigaciones que tiene en curso.
En un mundo paralelo, toda la corrupción y mediocridad que ha evidenciado el presidente Castillo y sus allegados sería el punto de críticas y pedidos de vacancia de los que ahora lo defienden y callan. En el 2019, el exsecretario de Palacio de Gobierno y amigo cercano de Alan García, Luis Nava, reveló la entrega de dinero en sobornos que habría realizado Jorge Barata a Alan García, desde el año 2006 en adelante. Esta sola revelación y con diversos indicios fueron suficientes para que, los que ahora defienden al dueño del sombrero, pidan la prisión preventiva y cadena perpetua contra el expresidente García. ¿Quién es Bruno Pacheco? Amigo íntimo del presidente Castillo y exsecretario de Palacio. ¡Ah! Pero, “la reserva moral del país” es experta en ser ciega, sorda y muda cuando se trata de la corrupción y mediocridad de sus amigos en el poder.
Quien nada debe, nada teme. No guarda silencio, no defiende a prófugos, no se esconde tras leguleyas legales. La “reserva moral del país” actúa igual a los que han criticado por años. Solo falta que, antes de ser vacado, el hombre que está en palacio y que ha jugado a ser presidente, diga a sus críticos: “¡demuéstrenlo, pues, imbéciles!”.
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