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El síndrome del corazón roto

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Fecha Publicación: 14/12/2021 - 22:52
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A la larga lista de síndromes psiquiátricos que han aparecido en los últimos 50 años y han sido diagnosticados y tratados por médicos especialistas, debemos añadir uno a tenor de un estudio del Smidt Heart Institute, publicado en el «Journal of the American Heart Association» (JAHA): el síndrome de Takotsubo, conocido como síndrome del corazón roto, que está aumentando de manera alarmante en mujeres de 50 a 74 años.

Tiene los mismos síntomas –señala la investigación- que el infarto al miocardio (dolor en el pecho, dificultad para respirar) pero sin sus graves consecuencias. Esta debilidad cardiaca transitoria afecta solo al ventrículo izquierdo del corazón que adquiere la forma de una vasija japonesa que le da su nombre. Es de carácter benigno y siempre está asociado a un fuerte y súbito estrés. Este estudio -señala su autora, Susan Cheng- confirma el papel vital que juega la conexión corazón-cerebro en la salud general, especialmente para las mujeres.

Tal vez no sea verdad que el corazón tiene razones que la razón ignore, como decía Pascal, pero es cada vez más evidente que su fatiga, su íntimo dolor, termina por afectar al cerebro. O, tal vez, sea alguna interacción bioquímica cerebral lo que lo predispone al mal. O, si acaso, una pulsión del profundo inconsciente asociada a las interioridades más hondas de la vida, la que lo desencadena.

No son estas preguntas, seguramente ignorantes y fatuas, lo que importa sino saber cómo funciona la relación entre el cuerpo y la mente. Quizá no es como nosotros creemos, que el cuerpo tiene una mente, sino como cree el budismo, que es al revés: la mente tiene un cuerpo de tal manera que lo que pasa en ella se refleja necesariamente en aquel. Por otro lado, qué puede caracterizar más al mundo actual que las rupturas que abundan, mientras las junturas escasean. Todo se rompe a nuestro alrededor y por donde quiera que miren nuestros ojos hay restos y añicos como de un bombardeo: restos de padres, de hijos, de matrimonios, de viajantes, de peregrinos, de exiliados, de apátridas, de corazones, de amores… de vidas… Vemos la autopsia de un hombre y de una mujer todos los instantes de todos los días.

Sin embargo la vida brota, aún de los pedazos. Y la fe. Y la terca esperanza. ¿Qué importa el síndrome de Alicia en el país de las maravillas, si gracias a él Lewis Carroll creyó que las cosas que veía eran más grandes o pequeñas de lo que realmente eran, y escribió esa perdurable novela? ¿Qué el síndrome de Cotard que hace que las personas que lo sufren crean que están muertas o que no existen, si ello les procura ser de alguna manera inmortales? ¿Qué el síndrome de la licantropía clínica que hace que quienes lo padecen crean que son o están de proceso de convertirse en un animal, si descubren de un solo zarpazo lo que le costó una vida descubrir a Thomas Hobbes: que el hombre es un lobo para el hombre?

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