El sonido de la libertad
La trata de niños y mujeres es no solamente un delito silencioso, sino una práctica aberrante que debe ser perseguida y penalizada sin clemencia alguna y que a partir de la vetada película “Sonido de la Libertad" (“Sound of Freedom”) ha cobrado una actualidad que jamás debió ni debe perder.
De 2,650 casos registrado en el Perú en el año 2021, un 75 % correspondió a mujeres y un 25 % a niñas y niños y, ojo, sólo hay 72 judicializados. Francamente, dudo que estas cifras reflejen la realidad de una aberrante actividad delictiva cuyos tenebrosos tentáculos se extienden con enorme poder en todo el mundo, golpea a millones de seres humanos y goza de una increíble impunidad.
Conozco de cerca el caso emblemático de una chica piurana de poco menos de 18 años que fue captada a través de un aviso periodístico ofreciendo empleo en un restaurante capitalino. Al llegar en ómnibus a Lima, la “reclutadora” la reembarcó al Cuzco donde entró a trabajar en una “panadería” que era en realidad la fachada de un burdel y en donde, apenas ingresada, le quitaron sus documentos, la amenazaron y la golpearon. Estuvo en el prostíbulo durante seis meses hasta que un policía, que era su cliente, se apiadó y la liberó. Conversé con ella a pedido de su familia: no me quiso dar nombres ni referencias porque seguía aterrorizada, pero me abrió una ventana concreta a la tragedia de la “trata” y la imposibilidad de acabar con ella en el marco de la inmensa corrupción sistémica existente.
De acuerdo al artículo 129 del Código Penal, reformado por la Ley 31146 expedida hace un par de años, las penas por este ominoso delito corren desde los 8 hasta los 25 años y uno de los factores de agravamiento es la edad de las víctimas: hasta los 14 años se aplican penas de 25 años o más y desde los 14 hasta menos de 18 años, penas de 12 a 20 años.
¿Cuál es la diferencia entre un adolescente de 14 años y uno de 14 años y un día? Ninguna. El corte debería ser a los 18, no a los 14 años, en un escenario donde la impunidad campea y en el que la mayor parte de los casos es manejada por bien articuladas organizaciones criminales que operan a nivel nacional.
Según las estadísticas, las niñas son utilizadas en su mayoría para prostitución infantil y los niños para trabajos forzados, tal como pude apreciarlo hace muchos años en los lavaderos de oro ilegal de Madre de Dios.
Esta explotación, basada en la pobreza, el abandono, el engaño y la corrupción debe ser combatida de manera implacable, por ejemplo, aumentando sustancialmente las penas en el marco de una decidida política anticorrupción inexistente hoy en el Perú.
(*) Presidente de Perú Acción
Presidente del Consejo por la Paz
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