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El sospechoso secretismo chino

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Fecha Publicación: 09/03/2021 - 22:00
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Vamos por partes. El presidente Sagasti se rasga las vestiduras denunciando que quienes le encuentran reparos a la vacuna china “tienen como objeto desestabilizar el gobierno y postergar las elecciones.” En otras palabras, promueven el golpe de Estado y la nulidad de los comicios. Mire usted, ingeniero Sagasti. Acá no hay golpes ni atraso de elecciones de por medio. Lo que hay, fíjese usted, es la voluntad de salvar a toda la sociedad de un eventual contagio de sabe Dios qué tipo de enfermedades, puesto que las vacunas que usted ha comprado con sospechosísima rapidez -pero sobre todo con delatador secreto- no están de-fi-ni-ti-va-men-te autorizadas, compréndalo bien, por el Instituto Nacional de Salud ni la Digemid. Sin embargo, de manera asolapada usted resolvió que el pueblo debería vacunarse con un antídoto que, sencillamente, no está autorizado por los principales institutos del mundo. Como la FDA estadounidense y/o la EMA europea. Sólo tiene un registro de Emiratos Árabes, otro en Serbia y, claro, en la propia China. Pero analicemos la relación de los compradores de Sinopharm en esta región. Destacan nada menos que Venezuela, Argentina, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Vale decir, la izquierda sudaca. Si esto no es una insinuación de carácter ideológico, entonces equivale a que acá la noche es día, amable lector.

Estamos contemplando entonces un paquete que contiene ideología y, sin la menor de las dudas, corrupción. Ya la antojadiza, machacona actitud de Sagasti de prohibir que el sector privado adquiera vacunas revela una abominable inclinación marxista. Por eso todo huele mal. Muy mal. Empezando por el enfermizo secretismo que ha aplicado el régimen Sagasti para embutirnos, a como dé lugar, una vacuna oriental que, ni remotamente, alcanza cercanos beneficios a los de sus pares Pfizer, Johnson & Johnson, Astra Zeneca, etc. Por si todo esto fuera insuficiente, pues resultaría extraño –lo ponemos en condicional, debido a la obstinada y reveladora falta de transparencia en la que se ha empeñado el régimen Sagasti para mantener en el más recóndito de los secretos el contrato con los fabricantes de Sinopharm- sería muy extraño, decímos, que el acuerdo firmado con el laboratorio chino sea cristalino. Acá todo indica que hay gato encerrado. Empezando porque no existe calendario de entrega de los 38 millones de dosis que, dice Sagasti, ha adquirido el Perú a Sinopharm. De esa cantidad, a cuenta gotas ha llegado un lote de un millón de viales que alcanzarían para atender, escasamente, a 450,000 ciudadanos. ¿Cuánto se ha pagado por ese millón de dosis? Es más ¿a qué precio se han pactado las restantes 37’000,000 de vacunas? La desclasificación del contrato de estas y las demás vacunas que adquiera el Perú debe ser in-me-dia-ta. Lo secreto es sinónimo de soborno. ¿O no, presidente Vizcarra?

De modo que, tranquilo, ingeniero Sagasti. Acá no existen ánimos para desestabilizar a su gobierno. ¡Ustedes se desestabilizan solitos! Además, tenga presente que quien tiene que darnos muchísimas explicaciones es usted. Quien paga la factura, ingeniero Sagasti, es el pueblo. No usted. El país espera una urgente, certera explicación.