El testigo verdadero no miente y el testigo falso dice mentiras
Desde el antiguo testamento, el testigo falso ha sido sancionado moralmente por afirmar hechos que no condicen con la realidad, pretenden cambiar la historia de los hechos con la finalidad de favorecer a una de las partes, sin importarle las consecuencias y resultado de un juicio de naturaleza penal, civil y administrativo. Nuestro ordenamiento penal, en su artículo cuatrocientos nueve, preceptúa la figura delictiva de “falso testimonio en juicio”; el testigo, perito, traductor, intérprete que, en un procedimiento judicial, hace falsa declaración sobre los hechos de la causa o emite dictamen, traducción o interpretación falsas, será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de dos años ni mayor de cuatro años; y cuando el testigo, en su declaración atribuye a una persona haber cometido un delito a sabiendas que es inocente, la pena será no menor de dos ni mayor de seis años.
Existen causales por las cuales un testigo puede ser tachado por algunas de las partes, cuando tienen alguna relación de parentesco en cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, cuando son testigos de favor, no tienen trabajo conocido, domicilio fijo, son alcohólicos, drogadictos, trabajadoras sexuales, exceptuando cuando se trata de casos de familia y de asuntos penales, donde estos testigos han tenido inmediación sobre los hechos. El señor juez tomará las providencias del caso con la finalidad de resolver los intereses en conflicto en forma imparcial.
Desde el punto de vista psicológico, ¿por qué el testigo falta a la verdad?Se debe a diferentes razones, no tienen ningún remordimiento falsear la verdad, ha aprendido a través de su desarrollo en la familia que la verdad no existe y puede cambiar la realidad de los hechos a falsos, son sujetos peligrosos y es necesario mantenerlos a la distancia, les interesa el dinero a cambio de declarar lo que le interesa a una de las partes, por amistad se prestan a distorsionar la verdad con la finalidad de congratularse con alguna de las partes que se lo solicita, para aprovechar en algún momento solicitarle algún favor que le convenga; no les interesa haber juramentado decir la verdad, en su pensamiento y percepción la mentira forma parte de su personalidad.
Existen personalidades disociales integradas, que conforman una familia constituida, solvencia económica, apoyan obras sociales, buenas relaciones, sujetos de crédito, hijos educados en buenos colegios, universidades y en el extranjero, van a misa, comulgan, dan el diezmo, siempre tienen la respuesta a flor de labios; sin embargo la mentira forma parte de su vida diaria y los vemos todos los días, políticos, empresarios, profesionales, educadores, guías espirituales, futuros presidentes de la Nación, congresistas, gobernadores, alcaldes, mienten constantemente con la expresa finalidad de obtener beneficios de cualquier naturaleza, siempre y cuando no les afecte sus intereses propios.
Estas personalidades son difíciles de cambiar porque es su modus vivendi, empero con disciplina y mano dura, estarán condicionados a la ley, que hará cumplir el ser humano que el Estado le ha dado la confianza de administrar justicia.